Andaba yo ayer viendo EL CABO DEL MIEDO (la de Scorsese) y me pasé toda, toda la película acordándome de su película homóloga del 62, EL CABO DEL TERROR y los parecidos y contrastes entre una y otra. Es un tema fascinante, porque EL CABO DEL MIEDO es un remake fascinante. Como película no es especialmente brillante, pero como remake es muy interesante. Como le estuve dando vueltas mucho tiempo, me ha dado por comentarlo aquí, a ver qué os parece a vosotros.
Parto de la idea de que un remake no tiene sentido si no va a aportar algo interesante a la película original. Y con interesante no me refiero a algo tan pueril como "efectos especiales más modernos" y demás, sino a que el director del remake se da cuenta de que el original pasó por alto ideas o conceptos que muy buenamente se podían explorar. Scorsese se dio cuenta de esto cuando la patata caliente de EL CABO DEL MIEDO llegó a sus manos (se lo pasó Spielberg). Comprendió que en EL CABO DEL TERROR había sitio para una reflexión sólida sobre el bien y el mal más allá del suspense. Y se puso a hacer EL CABO DEL MIEDO.
Tanto en EL CABO DEL TERROR como en EL CABO DEL MIEDO, Max Cady es un psicópata maltratador recién salido del trullo que se dedica a acosar al hombre que le mandó a la cárcel y a su familia. Pero más allá de esta base, hay muchas diferencias que dan a EL CABO DEL MIEDO validez por sí misma. Digamos que EL CABO DEL TERROR es un thriller de suspense convencional, muy de su época, cuando Hitchcock estaba más que consagrado y había empezado a adentrarse el el suspense truculento con PSICOSIS. De hecho, el argumento de EL CABO DEL TERROR muy bien podría haber sido el de una película de Hitch (como el de CHARADA u otras películas de la época): un protagonista noble acosado por las circunstancias, un malo perturbador y mucha inquietud psicológica. EL CABO DEL TERROR es muy básica en su concepción del bien y el mal. Sam Bowden, el abogado, es un hombre recto, de intachable moral, perfecto marido y padre; que actuó como un ciudadano modelo al declarar en contra de Max Cady en juicio. Cady, por el contrario, es un psicópata perturbador, bebedor, vengativo, mujeriego y maltratador, con instintos asesinos y condenadamente listo, lo suficiente como para pasearse tranquilamente por el margen de la ley en su acoso a la familia Bowden, sin miedo a ser detenido. Esta dualidad, esta diferenciación tan clara entre el bien y el mal, se ve acentuada por la imagen popular de los dos actores protagonistas. Gregory Peck (Bowden) era para el público americano el Hombre Bueno por antonomasia, el ciudadano estadounidense que todo hombre aspiraba a ser; y Robert Mitchum (Cady) tenía fama de bebedor y problemático, y había tenido sus más y sus menos con la ley. Todo esto se reflejaba en la mayoría de interprateciones de ambos, y en EL CABO DEL TERROR estas imágenes antitéticas se anteponen la una a la otra para crear una situación en la que no hay sitio para la ambigüedad. No cabe la menor duda de quién es el bueno y quién es el malo en EL CABO DEL TERROR, ni para los espectadores ni para los personajes. La esposa y la hija de Bowden tienen miedo de Cady en todo momento, saben con certeza que es un tipo peligroso, al contrario de lo que ocurre en EL CABO DEL MIEDO.
EL CABO DEL MIEDO, por el contrario, utiliza a Cady y a Bowden como dos caras de la misma moneda, para reflexionar sobre el bien y el mal. Aquí, Cady es incluso más peligroso que el EL CABO DEL TERROR, está más loco, está más abiertamente interesado en las jovencitas y es más listo. Bowden, sin embargo, no es ni mucho menos la figura bondadosa de EL CABO DEL TERROR. Es un marido infiel y mal padre, su familia se rompe y no es capaz de hacer nada para evitarlo salvo ignorar la situación. Su esposa se ha vuelto amargada y cínica, y su hija los odia a los dos. Todo lo contrario a lo que pretendía Spielberg, contentísimo con la idea de retratar a una familia ideal acosada por un malo malísimo. Tengo entendido que hasta pretendía poner a la familia cantando villancicos alrededor del piano. Buf.
Cambiar el punto de partida del relato es una enorme idea de Scorsese para sembrar la ambigüedad y el dilema moral al que nos enfrentamos a la hora de tomar partido entre Cady o Bowden: aquí Bowden no mandó a la cárcel a Cady declarando contra él como honrado ciudadano de a pie, sino ocultando pruebas en su favor en calidad de su abogado defensor. El afán de venganza de este Cady está, por lo tanto, más justificado que el de Mitchum. Pero Scorsese no se quedó aquí. Obsesionado con las contradicciones latentes en la religión católica que siempre abrazó de niño, vio en Cady un medio para crear una metáfora del mal absoluto, de la tentación, del Demonio con todas las letras. Aquí cobra importancia el personaje de la hija de Bowden, quien mientras en EL CABO DEL TERROR se asustaba de Cady como cualquiera, aquí le ve como una irresistible figura adulta que la comprende, mucho más interesante que sus odiosos padres. En EL CABO DEL TERROR hay una escena en la que la hija de Bowden huye de Cady escondiéndose en un edificio. Spielberg pretendía trasladar esta escena al salón de actos de la escuela y montar una emocionante persecución, pero cuando Scorsese se hizo con el proyecto, cambió esto. En lugar de una persecución, la escena se convirtió en un encuentro entre la hija y un Cady aparentemente complaciente, de sugerentes palabras, sexualmente atractivo. Una tentación. El Demonio, que embauca a una niña ingenua.
El Cady de DeNiro es muy interesante como personaje, pues incide de un modo más insistente en ciertos aspectos que el de Mitchum toca de pasada. Haber salido de la cárcel convertido en un hombre leído, entendido en leyes y con gran dominio de la filosofía. Sin embargo, esto no hace a Cady más inteligente. Sigue siendo un paleto, un burdo psicópata que se escuda detrás de un conocimiento que usa única y exclusivamente en su provecho. De acuerdo, es un paleto listísimo, sabe exactamente como escudarse en su propia cultura recién adquirida, pero no sabe realmente profundizar en ella.
Por su parte, Bowden se nos presenta como una verdadera rata. Es significativa la diferencia entre el final de las dos películas para comprobar esto. En EL CABO DEL TERROR, Peck se mantiene fiel a su imagen recta al no disparar contra Cady, al preferir que se pudra en la cárcel. ¡Gregory Peck no mata! Nick Nolte, por el contrario, pelea contra DeNiro del modo más sucio, y termina matándole sin escatimar en golpes por detrás.
En pocas palabras, EL CABO DEL MIEDO gana en complejidad frente al thriller que es EL CABO DEL TERROR. ¿Esto la hace mejor que la original? Nooop. Seamos sinceros, EL CABO DEL MIEDO es una película histriónica, muy exagerada en momentos (a Scorsese se le va la mano al retratar a Cady como fuerza infernal imparable) y que se hace un pelín pesada. Es muy interesante, pero como película es mejor EL CABO DEL TERROR, que es un thriller muy sólido y emocionante, con interpretaciones buenísimas. Cady es mejor como personaje en la de Scorsese, pero Mitchum está muchísimo mejor que DeNiro en el papel. Pero claro, Mitchum es uno de mis actores favoritos, y me encanta cómo lo hace todo. Ambas películas son la prueba de que una película sencilla puede ser mejor que otra compleja. Aún así, EL CABO DEL MIEDO es un remake que, aunque un poco peor que su original, se me hace totalmente justificado, más que, por ejemplo INFILTRADOS (que irónicamente me gusta más que EL CABO DEL MIEDO y que su original INFERNAL AFFAIRS); y que demuestra lo inteligentísimo que es Scorsese como director.
Abogaaaaaaaaaaaaaaaaaadoooooo...
_________________ Miguel RosellóSi te interesa remotamente leerme hablar de canciones Disney, ésta es la cuenta de instagram a seguir.
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