El Miércoles 17-5-2006 tuve conocimiento de dos noticias buenas: la primera es que el cineasta Pedro Almodóvar había sido galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de las Artes, cuatro años después de que su colega Woody Allen recibiera ese mismo galardón.
Y que por la noche el F. C. Barcelona, el popular Barí§a, mi equipo de toda la vida, ganó la final de la Champions League en París, Stade de Saint Denis, al Arsenal inglés por 2-1, después de sufrir durante muchísimos minutos, como en la legendaria final de 1992 en Londres, en el Wembley Stadium, con aquel gol de Ronald Koeman en la prórroga.
El cineasta manchego, que ahora está con su última (y excelente) película a concurso en el Festival de Cannes, "VOLVER", lleva más de un cuarto de siglo de trayectoria con una filmografía personal, de rasgos propios de su tierra natal, arriesgada y de calidad.
Se lo ha tenido que currar de verdad, contando con la desgraciadamente habitual envidia y desdén por parte de sus compatriotas, sean los miembros de la Academia del Cine Español que dan los Premios Goya ó cierta parte del público. En el extranjero han sabido reconocer la calidad de su obra y encumbrarle a la categoría de los grandes del Séptimo Arte, con dos Óscars y con varias nominaciones más, aparte muchos premios. Claro que como todos los artistas con talento, a veces le ha podido demasiado cierta soberbia y autosuficiencia, que le ha distanciado de parte del público e incluso de la Academia española, cuando veía que algunas películas suyas no eran premiadas como creía que merecían.
Ó la obsesión suya en ciertos temas y detalles que a veces no aportan demasiado a sus películas (algunos números musicales metidos con calzador, personajes que sobran, salidas de tono sin ton ni son...). Pero a pesar de todo esto, su talento es incuestionable; otros genios del cine, como el italiano Federico Fellini (al que Pedro podría parecérsele), recurrían a cosas iguales (ó peores), pero se les considera grandes.
Lo mejor de Pedro es su agudeza en mostrarnos lo complejo del alma humana, aunque siempre lo haga desde el punto de vista marginal, que nunca ha abandonado aunque parezca que se ha aburguesado.
El F. C. Barcelona tiene algo similar con Almodóvar: también tiene su forma de ser controvertida, una idiosincrasia que no se ve en otros clubes deportivos (su relación con la política, algo que fue motivado por el franquismo, pero que se ha convertido en una tradición para el barcelonismo), etc.
Su triunfo en la Champions ha sido la consecuencia de un trabajo bien diseñado por su Presidente Joan Laporta, su directiva y su entrenador, el holandés Frank Rijkaard. Éste último ha hecho un trabajo impecable sin los aires de superioridad (aunque con gran talento) de su antecesor y compatriota Johan Cruyff, conjuntando a muchos jugadores de talento sin caer nunca en el caos del Real Madrid con sus entrenadores desbordados por la soberbia de ciertas estrellitas. Ronaldinho, Eto'o, Giuly, Puyol, Márquez, Larsson, Xavi, Iniesta, Valdés y demás han lucido sin necesidad de convertirse en unos vende-camisetas ni salir en programas de cotilleos.
Y la directiva, pese a ciertos defectos, han sabido actuar como hace cualquier club europeo, un ejemplo incuestionable es el Bayern de Munich con Franz Beckembauer a su cabeza, ejemplo de sensatez. Por ello el Barí§a siempre ha sido mejor considerado en Europa que el Real Madrid por que siempre ha sabido integrarse en el continente como uno más, comprendiendo perfectamente que allá las cosas se hacen de cierta manera, sin ese cierto desdén que el club madrileño ha mostrado hacía lo que no fuera genuinamente español, al menos cuando iba por Europa.
Eso se podría aplicar a un diario deportivo que con las victorias del Sevilla en la UEFA y el Barí§a en la Champions tituló: "España, 2; Europa, 0". Señores, que allá no se hacen las cosas como aquí, no me sean paletos. En Europa, como digo, admiran al Barí§a tanto como a Almodóvar, pero cada uno sabe comportarse, sabe que cuando va a París ó a Munich, no va a hacer gracias como si estuviera en su barrio. Que una gracia tipo Torrente puede hacer reír aquí, pero en Perpignan ó en Salzburgo la gente se queda fría.
Finalmente, la celebración por las calles de Barcelona, la "rua", y la igualmente entrañable celebración en el Camp Nou, fue ejemplar. Mientras otros entienden como celebración subirse encima de una estatua y hacer el mico, en plan fanfarronada entre amigotes, el Barí§a prefiere hacerlo en plan más sencillo.
Y ha creado una nueva tradición, tanto como aquella tan entrañable que tiene el Athletic de Bilbao, ir los jugadores en una barca por la Ría de Nervión de una orilla a otra cada vez que ganan algo importante. Eso son celebraciones.
Mi enhorabuena al Barí§a y a Pedro, y que sigan los éxitos.
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