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Mientras lo veía, me daba cuenta de que hubiese preferido descubrir por mí mismo que estaba ante una de las escenas más sobrecogedoras y hermosas de mi puta vida como espectador antes de lo que realmente fue, es decir, ser consciente que estaba ante lo que ya me habían advertido por activa y por pasiva, es decir, que iba a ser una de las escenas más sobrecogedoras y hermosas de mi puta vida como espectador. Es la diferencia entre descubrir algo muy muy grande por ti mismo y esperar la llegada de algo muy muy grande de lo que te han avisado. Pero en fin, es lo que tiene formar parte del entorno televisivo macrosocial. Y sí, es la única forma humanamente posible en la que podría haber sido mejor. Con cada fundido a blanco, otro nudo en el estómago. Es el choque entre los sentimientos que produce ver a esta familia alcanzar de una manera u otra, antes o después, los objetivos que siempre persiguieron y, pese a todo, acabar reuniéndose con Nate, con Nathaniel y con todos los demás tarde o temprano. Nobody scapes, buddy boy. El cabrón de Alan Ball me lo ha hecho ya dos veces: cuando vi American Beauty estaba convencido de que era literalmente imposible que no encontrase exagerados los halagos que tantos años llevaba oyendo sobre ella. Y resultó que la gente se quedaba corta. Anoche me la jugó otra vez.

¿Os acordáis de cuando Homer y Marge veían el vídeo de terapia de pareja de Brad Goodman y a cada momento están más juntos y más abrazados sin separar la vista de la tele? Pues eso nos pasó anoche. Juro que estaba tan sobrecogido que no podía ni llorar. Era... brutalmente tangible, algo que no sería posible si los personajes no fueran tan humanos, complejos y verídicos como Alan Ball consiguió trazar. Lo más cercano que seguramente estará nunca una ficción de despertarnos los sentimientos que tendríamos ante la muerte de nuestros propios seres queridos.

Hoy sigo pensando en ello, y ver cualquier otra cosa me parece frívolo e irrelevante. Es como si quisiera hacer luto por los Fisher. Y Ana lo adivinó. Desde que le conté cual era la opinión consensuada sobre el final, durante la segunda temporada o así, la muy lista hija de puta lo adivinó.

Pobre Keith, me cago en todo.