Bueno, ayer se puso un obligatorio punto y final a una semana redonda. Inmejorable compañía, noches de conversaciones etílico-cinéfilas, cocina grasienta, telebasura, series y pelis en la cama... nada podía ir mejor, hasta que fuimos a Alcoy. Mis padres encantados con la Skullseñora, que por primera vez y contra todo pronóstico rompieron mi idea preconcebida de que su actitud ante las candidatas a nuera era un término medio entre cortesía y frialdad. No en el mal sentido, más bien un "somos majos porque eres la novia del tonto este". Con ella todo fue familiaridad, divertidas anécdotas, comodidad y risas. Genial fue ver cómo después la rumorología seguía su curso y diferentes personas venían a decirme "oye, tu madre está encantada con ella, que me lo ha dicho antes, dice que es estupenda", para regocijo de la metalera. Mis amigos no fueron menos, integrándola como una más sin dificultad. Apenas tuve que pensar en ese famoso término medio de dejarla a su aire al mismo tiempo que estoy encima para asegurarme de que está a gusto. Todo fue natural, el efecto entre ella y yo de "parece que llevamos años saliendo" se extendió a mi ambiente y es lo que más ganas tenía de que ocurriera.
La despedida por supuesto, agridulce, pero dado que hemos decidido anular el Sonisphere (snif) las fechas de quedada vuelven a ser flexibles, y ya nos hemos hecho a la idea de Madrid, así que os convoco (a Rose más bien invoco) a todos allí, hipoglúcidos.
_________________ "Tú no sabes lo que es una clase, Marge, soy yo el que se juega el cuello todos los días. Y no estoy desvariando. Eres tú la que desvaría. Desvaría este sistema monstruoso. Y... ¿sabes? Te diré la verdad. ¡Tú no sabes afrontar la verdad! Cuando alargues tu mano, y te la encuentres toda manchada de mocos, que antes eran la cara de tu amigo, sabrás lo que tienes que hacer. ¡Olvídalo Marge, es Chinatown!"
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