Muere el actor Fernando Guillén a los ochenta años
ABC / MADRID
Luto en el cine, el teatro y la televisión con el inesperado fallecimiento del inolvidable intérprete, ganador de un Goya. A las siete su capilla se abre en el Tanatorio de Tres Cantos, en Madrid Inolvidable y querido intérprete de la memoria cinematográfica, televisiva y teatral española de los últimos sesenta años, luchador eterno por la modernización de la escena frente a la mordaza del franquismo, Fernando Guillén se sentía un privilegiado como actor porque sostenía que «tenemos la inmensa suerte de que nos pagan por jugar». Su muerte, después de una larga enfermedad, ha encogido el corazón de su legión de admiradores. Protagonizó centenares de obras en teatro, cine y televisión, además de incardinar su voz al doblaje de las mejores escenas. Fernando Guillén nació en Barcelona en noviembre de 1932. Tras concluir el bachillerato, se matriculó en la Universidad de Madrid para estudiar Derecho, pero comenzó a colaborar en algunas obras de las que se representaban en el Teatro Español Universitario, como «Tres sombreros de copa» (1952), de Miguel Mihura, o «Escuadra hacia la muerte» (1953), de Alfonso Sastre, lo cual le hizo descubrir su vocación de intérprete y abandonar la carrera. En aquella época coincidó con jóvenes y barbilampiños talentos como Adolfo Marsillach, Agustín González y Juanjo Menéndez.
En esa década de los cincuenta se enroló en las mejores filas: en las compañías de Fernando Fernán-Gómez, y de Conchita Montes. «Proceso a Jesús», «Réquiem por una mujer», «Un soñador para un pueblo» o «Muerte de un viajante» fueron algunas de las obras maestras que interpretó. En los años sesenta siguió protagonizando obras muy prestigiosas, como «Divinas palabras», «La dama del alba», «Deseo bajo los olmos», «Pigmalión», «Madre coraje» o «Seis personajes en busca de autor». A finales de esta década formó su propia compañía de teatro, junto con su esposa, la también actriz Gemma Cuervo, de cuya unión nacieron los también actores Fernando y Cayetana, además de otra hija, Natalia.
Excelso doblador, además del arte de Talía, Fernando Guillén se hizo imprescindible en televisión y cine, donde comenzó con «Un día perdido», de José María Forqué. En la pequeña pantalla consolidó su carrera como actor desde finales de los cincuenta, debutando cuando empezaba en España, en 1958, con la adaptación de la obra «Pesadilla», de William Irish, bajo las órdenes de Juan Guerrero Zamora. En el programa Estudio 1 de TVE representó numerosas obras, al igual que en el espacio Novela, junto con su mujer Gemma Cuervo («Levántate y lucha», «Marie Curie» o «El fantasma de doña Juanita», entre otras). Más tarde, en la pequeña pantalla, encarnaría a personajes en series como «Historias para no dormir», de José Luis Garci; «La saga de los Rius», «Brigada Central», «Los jinetes del alba», «Inquilinos», «Hospital Central», «Motivos personales» o «Los misterios de Laura». Fue un rostro habitual en las inolvidables creaciones de Adolfo Marsillach, Alberto González Vergel o Pilar Miró. También su participación en la adaptación de la obra de José Zorrilla, Don Juan Tenorio. La dureza del ratito Hace un lustro, en el Teatro Español -donde debutó con José Tamayo-, con «El vals del adiós», Fernando Guillén anunció su retirada del teatro, a los 75 años de edad. Prefirió seguir dedicándose al cine y la televisión «porque exigen menos compromiso y esfuerzo», confesaba. Y abundaba: «La memorización de los textos es cada vez más complicada y los ensayos más duros, porque en el cine y la televisión tienen la dureza del ratito, pero los tres meses que dura una obra de teatro son muy especiales». Fernando Guillén encarnaba a Louis Aragón, un hombre sentado ante un escritorio, que repasando una carta plasmaba todos los instantes de su vida y mezcla su dolor, su rabia y su desazón, con el humor sórdido y mordaz de los años que precedieron a su suicidio. «Es el propio autor el que lee y relee esa carta antes de mandarla para su publicación, y se angustia porque está solo, ya que hacía dos años que había perdido a su mujer. Es una epístola de despedida en la que refleja sus contradicciones y hace una premonición de su propio suicidio», reflexionaba Fernando Guillén. En cine, Fernando Guillén participó con regularidad a partir de los años 80 y 90, bajo la dirección de Fernando Fernán-Gómez, de Pedro Almodóvar en «Mujeres al borde de un ataque de nervios», «La ley del deseo» o «Todo sobre mi madre», de Pedro Almodóvar, «El abuelo», con José Luis Garci; «Más allá del jardón», junto a Concha Velasco; o con anterioridad en producciones como «El caso Almería», «El pico II», «La estanquera de Vallecas», o «El mar y el tiempo». Además, ha trabajado a las órdenes de José María Forqué, Pedro Lazaga, Imanol Uribe, y Gonzalo Suárez. «La telaraña», «Tirano Banderas», «Acción mutante», «La nave de los locos». «Operación Fangio» o «El florido pensil» forman parte de la filmografía de tan inolvidable y querido actor. Fernando Guillén fue tres veces candidato al Premio Goya, uno de los cuales obtuvo con la película «Don Juan en los Infiernos», que también le supuso un Fotogramas de Plata, junto a otras dos películas, «Martes de Carnaval» y «¿Qué te juegas Mari Pili?». Por «La Saga de los Rius» le fue concedido el TP de Oro, todo ello entre muchos otros premios y reconocimientos, como el premio Ercilla. Su última interpretación fue un cortometraje con Asunción Balaguer.
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