Mientras sean jodidamente duros para bien, no hay queja posible.
Vengo de una cosa que se hace todos los años por estas fechas en Sevilla que se llama el Festival de las Naciones. Un maravilloso y frustrante conglomerado de puestos de comida, cada uno representante de un país diferente con sus propias especialidades y en el que quieres cortarte las venas por no poder ir a todos y cada uno de ellos. Tienes que decidir muy bien qué país va a ser el que va a enriquecerte esa noche y gastarte un dinero un tanto excesivo en algo que apenas te llenará, pero que siempre será único y sorprendente. Europa está bien representada: con Holanda y sus quesos, Francia y sus crepes, Alemania y sus salchichas especiadas, Italia y sus panes preñados de tomate y bacon, Grecia y su cordero con cilantro... Pero también está Latinoamérica con sus carnes a la parrilla llenas de increíbles especias y sabores sorprendentemente dulzones y ácidos, Asia con su curry y sus arroces picantes, Egipto con sus platos aromatizados con canela, los Estados Unidos y sus barbacoas... Ha sido Australia por la que hemos optado tras ardua deliberación, con sendos bocatas de solomillo de avestruz y churrasco de canguro. Increíbles ambos, sobre todo el canguro. Es tierno, jugoso, sabrosísimo y con un toque grasiento; me ha recordado a la presa fileteada. El avestruz era similar, creo que por las especias más que por sí mismo, pero era más seco.
Por suerte la cosa ésta está como un mes puesta, volveremos y escogeremos otro país, quizá una crepe reventona de queso y verduras, o quizá un kebab chorreante de salsa de yogur, o una salchicha gigante churruscada que pique como el infierno... Dios, tengo más hambre.
_________________ Miguel RosellóSi te interesa remotamente leerme hablar de canciones Disney, ésta es la cuenta de instagram a seguir.
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