Dios... Esto de estar más de un mes fuera de tu país, ajena a los posibles problemas que puedan aparecer allí, sin responsabilidades obligadas, sin más preocupación que descansar por la noches los 20 km diarios de caminatas... Es un lujo, un auténtico placer. Es la primera vez en mucho tiempo que me siento aliviada o, por lo menos, disfrutando algo de libertad.
Inglaterra (al menos, lo que llevo visto) es preciosa. Bristol, Bath, Redditch, Londres, Manchester, Leeds... Una auténtica hermosura, especialmente Bath, con esas casas tan victorianas, con esos jardines tan ingleses. Aunque Londres no se queda atrás. No me gustan para nada las grandes ciudades (hablan 23 años de experiencia) pero Londres es, bajo mi punto de vista, diferente. Sí, mucha gente, muchos extranjeros, muchos coches... Pero ver a los autobuses rojos circular por esas callejuelas tan estrechas, ver el Big Ben, los puentes (el Tower, el de Hammersmith, el de London), el Támesis, el London Eye, el National Theatre, Camden Town, los gigantes parques, los Old English Pubs... Una se queda sin habla, sinceramente.
El otro día fuimos al teatro, en Londres, a ver una obra llamada "Emperor & Galilean". La puesta en escena, maravillosa. Y la obra (tres horas y media) increíble. Después de terminar tuve que acompañar a mi compañera de piso a la stage door, así que pude ver en persona (y de cerca) al gran Moriarty de Sherlock (Andrew Scott). Además de gran actor (el teatro estuvo aplaudiéndolo más de 20 minutos) es un hombre encantador. Eso sí, mi timidez me impidió acercarme a menos de dos metros de él por lo que, mientras Mónica iba corriendo a pedirle un autógrafo y a hablar con él, yo me quedé observando con mucha concentración las losas del suelo (muy bonitas, por cierto

). Cuánto me arrepiento ahora.