Ni campaña de tráfico, ni consejos de tus padres, ni cuentos de los amigos, no hay cosa que afecte más a la hora de replantearte tú manera de conducir que la de presenciar en vivo uno tremendo accidente.
Vuelta en la Operación-Retorno, cuando en plena bajada de la autopista de Vigo un golf azul se traga una señal y tras un volantazo va a dar a la mediana, atravesando el quitamiendos del sentido contrario, y quedándose panza arriba. Imaginaros el caos, creedme, no es como verlo en la tele. De repente allí, a unos pocos metros, había un par de personas heridas y atrapadas entre un amasijo de hierros. Y ves a una moverse y piensas “Joder, que alguien las saqué de ahí, por Dios, sacarlas de ahí”, en serio, te entra la neura solo de verles en ese estado…, no sé, te dan ganas de arrancar la puerta con..con…joder, con lo que sea. Justo el día antes, y continuando con la racha de accidentes, iba con un amigo para casa cuando el coche que iba delante se puso a adelantar a un ford viejecillo y cascado, en el preciso momento en que venía un coche de frente. Resultado, el de frente se tragó el arcén y la valla, el ford freno, y el otro imbécil no sé que hizo porque yo cerré los ojos con el frenazo, y eso que íbamos a una distancia…lo que se dice prudencial.
Y antes de plantearos la pregunta de las conclusiones, un último ejemplo: hace tres años uno de mis….conocidos tuvo la brillante idea de querer demostrar que era capaz de coger la curva anterior a la entrada de Cangas (Kajota, tú es posible que la conozcas) a 120 km/h. Cuando me lo dijeron, yo, que iba en otro coche y me acababa de sacar el carnet, solté un: “Bah, si no es tanto”, para hacerme la chula porque no tenía ni puñetera idea, pero oye, si todos van de machotes, pues que no quede. El bueno del conductor que iba conmigo no dijo nada, pero la cogió a tal velocidad que yo tuve que agarrarme para despegarme de la ventanilla. “¿PERO ESTÁS LOCO?! Joder, tío, de qué vas?” le dije, a lo que él respondió con mucha calma: “¿Te pareció rápido? Pues sólo íbamos a ochenta, Eva, y con este coche que si llega a ser otro no lo haces. Si es una barbaridad, mujer”. La leche, menudo susto. El otro imbécil lo había intentado con el familiar de su padre, a más de ciento veinte, con el resultado de que atravesó la mediana, el quitamiedos, la señal de “curva peligrosa” y fue dando vueltas de campana (dos, que no son muchas) hasta aterrizar en una finca privada. Curiosamente, él fue el mejor parado del accidente, logró al menos salir por su propio pie del vehículo. Los dos que le acompañaban lo pasaron peor, uno estaba inconsciente y casi no lo cuenta, el otro tuvo que ser hospitalizado con rotura de clavícula. Al ver el coche siniestrado, el gilipollas del conductor se llevó las manos a la cabeza y dijo entonces la frase que haría que los demás le retirasen el saludo de por vida: “Joder, mi padre va a matarme”.
En definitiva, si a los conductores idiotas arriba citados se le añade los que, como yo, tenemos el carnet pero llevamos tres o más, o menos, años casi sin tocar el coche, obtendremos una buena suma de “peligros al volante” en nuestras carreteras. Ante estas circunstancias, y otras nuevas como el buen número de indocumentados que conducen (al menos en la capital) derrapando por Princesa o como si la Castellana fuera una autopista cuando los doscientos semáforos se abren, mi pregunta es: ¿A vosotros os parece que está bien la forma de enseñar y obtener el carnet de conducir en España?
Pd: se me olvidaba, plauso desde aquí para otros que no prueban gota en toda la noche, conducen con cuidado y son capaces de pasar un Fin de Año sobrio para llevarnos a los demás a casa. Un saludo reflexivo!
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