Es uno de esos vicios urbanos que tanto repugnan al paseante, y que ha brincado de generación en generación como una de las grandes herencias marranas de la cultura más pobre. El gargajo (el solo vocablo asquea la sensibilidad) aparece sembrado en cualquier esquina, con indiferencia del grado de distinción del barrio, ya sea en la puerta de un museo o en la de una peluquería, bien en mitad de la acera, bien en el parabrisas de un coche.
El hacedor del acto infame, es decir, el cochino de a pie, al contrario que en la autoría de otras hazañas despreciables, no responde a unos patrones concretos de identificación. O sea, que, por carecer de retrato genérico, no puede ser advertido anticipadamente. Porque tanto suelta la flema el obrero como el encorbatado, y no hay quien tenga narices a acusar de antemano al puerco valiéndose sólo del presentimiento. Aunque existe un dato, uno al menos, irrefutable: que esto de evacuar el salivazo es cosa masculina, pues raro es encontrar a una dama adoptando el gesto, a menos que se haya atragantado con el chicle o con el pepinillo de la chisbúrguer.
Lo que el sentido común propone, a fuerza de asomar, irreverente, es que formemos cuadrillas de a tres en las calles con el fin de aprehender a los gargajeros protervos: uno para sujetar a los menganos por detrás, agarrándolos por los brazos; el otro, para separarles las mandíbulas; y, el tercero, para meterles la flema en la boca.
Resulta ciertamente irritante sentarse a la mesa de una terraza cualquiera en este Madrid de la Nueva Europa a tomar un café de marras y que un borrico pase y nos escupa junto a la suela del zapato. Tres euros por el café, que nos lo sirvieron a desgana, y cuarto y mitad de náusea por el salivazo. O que el niño resbale en la acera, caiga de bruces al suelo y se le meta el moco en el ojo. Deshojemos la margarita, pues, a puñetazos: Caca de perro, moco de puerco, caca de perro, moco de puerco…
Obviamente, la alternativa de las cuadrillas de a tres es inviable. Y también lo sería, además de muy costoso, promover una campaña de concienciación social con el lema: “No escupas en la calle, cerdo. Hazlo en tu puñetera casa”. La cuestión es preocupante: ¿Hasta cuándo vamos a seguir soportando la educación ruinosa de estos gorrinos?
_________________ http://spaces.msn.com/members/israelysuscosas/
|