Imaginemos que somos ciegos y que tenemos 4 amigos ...Fernando, Luis, Marta y María. Fernando y Marta no conocen a Luis y María.
Imaginemos ahora que nos encontramos con el primero, Fernando y nos habla ni más ni menos que con la voz de Salvador Vidal. Marta tiene la voz de Nuria Mediavilla...Pues estamos más que contentos de tener unos amigos así, que hablen con la dicción y los matices de estos dos grandes actores. Después de charlar un rato con ellos, nos marchamos a un bar, donde nos espera Luis, junto a María…Aunque ya nos hemos acostumbrado, en un principio siempre nos choca que también nuestros amigos Luis y María hablen con las voces de Vidal y Mediavilla…Nos decimos: “Bueno, mejor que hablen con esas voces que no con las de Aznar y la Duquesa de Alba…”. Y nos seguimos sintiendo orgullosos de tener amigos que hablen tan bien nuestro idioma, que nos hagan sentir tanto con sus palabras. Pero un día queremos juntar a esos amigos en el mismo sitio, que se conozcan, poder gozar de su compañía al mismo tiempo…Así que les invitamos a cenar a casa… cuando estamos en la mesa, resulta que como soy ciego, no sé quién me está hablando. Fernando y Luis hablan con la misma voz. Marta y María también. Creemos reconocer matices distintos pero y si la que me está tirando los tejos no es la que a mí me gusta? Así que de repente, nos damos cuenta de más vale no juntarles en la misma “película”…porque si no –en realidad- no tenemos 4 amigos, sino sólo dos amigos y muchos problemas…Ahora multipliquemos el problema por 5, cada vez “tenemos” más amigos y resulta que todos hablan igual. Llega un momento en que, tanta repetición nos lleva a un estado mezcla de aburrimiento, desesperación y confusión, así que no nos queda más remedio que, al más puro estilo Fernán-Gómez, soltar aquello de “A la mierdaaaaa!!!”.
Nos decimos: “Coño, es que toda la gente que me voy a encontrar va a tener la misma voz? Yo quiero algo nuevo, algo variado, quiero distintas tonalidades, distintas maneras de decir, quiero que me sorprendan!!!”. Y nos da pena porque el caso es que las voces de Vidal y de Nuria nos gustan, queremos seguirles manteniendo como amigos, pero claro, no en todos ellos…cuestión de salud auditiva…
Ahora traslademos nuestra historia al mundo del doblaje. ¿Realmente es positivo que tantos actores y actrices, de estilos interpretativos, acentos y maneras tan dispares como Kate Winslet y Jennifer López hablen igualito en español? Es positivo que tantos actores se enfaden de la misma manera que Vidal? Realmente “cuela” que se enfade igual Harrison Ford que John Travolta?
¿Qué nos está diciendo todo esto? Que los dos ejemplos mencionados, Vidal y Nuria, gustos apartes, son muy buenos actores y muy buenas voces…que son unas máquinas, unos cracks…pero ¿y del doblaje español en su globalidad? ¿qué nos dice?
1)¿Que en España hay muy poquitos actores buenos? 2)¿Que existen grandes actores y actrices que son peores relaciones públicas y que venden peor su producto que otros/as? 3)¿Que una serie de directores se “niegan” a rebuscar y a hacer un casting de voz exhaustivo cada vez que aparece un nuevo actor/actriz original y prefieren ir a lo “seguro”? 4)¿Que incluso en el caso de que la asignación inicial fuera acertada, cuando llega la película de gran repercusión, deciden cambiarlas y sustituirlas por las voces de moda?
¿Cuál es el límite para no hacer del doblaje español algo tan repetitivo y previsible? ¿Cuál debería ser el término medio razonable entre lo actual ( una estrella del doblaje para 5,10 o 20 actores ) y lo ideal ( una estrella-una voz )? ¿Una relación de 1 a 5 cómo máximo? ¿De verdad los hay que creen que es positivo que el doblaje español se reduzca a 4 voces? ¿De quién es la responsabilidad de que esto suceda? Y lo que es peor, ¿a alguien le importa? ¿Alguien está dispuesto a aportar su granito se arena y poner límite a esta “locura”?
_________________ montalvo
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