Desconozco los entresijos del mundo del doblaje, aunque, supongo que, a la larga será más o menos parecido a cualquier otro mundillo profesional, y los factores serán más o menos intercambiables. A través del conocimiento bastante profundo que tengo de otra profesión, mi conclusión es que en este país los profesionales están totalmente despreciados por quienes contratan, y la calidad y la experiencia no valen nada. Aquí lo único que vale es \"no exijas, porque te vas a la puta calle, y tengo a 100 haciendo cola que quieren tu puesto\". Eso lo vemos cada día en el doblaje. ¿Qué pasó con Solans? Cuando exigió sus derechos a determinada distribuidora, se fué a la puta calle y cogieron al siguiente de la lista. Que eso va en perjuicio de los espectadores, ¿qué más da? Al fin y al cabo somos la masa tonta que no dejaremos de ir a ver una película porque a Stallone le doble Gustems en vez de Solans. Esa es la defensa de los empresarios. Da igual quien doble, porque la gente va a ver la película igual.
En Francia se montó un revuelo considerable con un cambio de voz de Robert De Niro. Aquí nos tienen mareados con los cambios de voces y el espectador medio ni lo nota. Así que el empresario lo tiene claro, si perderle totalmente el respeto a la profesión del doblaje no me va a suponer peder dinero, ¿por qué respetarlos?
Esto es así en el doblaje y en el ladrillo caravista. Es un problema endémico de este país. La calidad no importa, sólo es cuestión de cantidad. En cualquier país civilizado, la calidad se paga, y se paga muy, muy bien.
Saludos.
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