Tienes toda la razón para estar mosqueado.
Estamos llegando a un punto en el que a la gente le da igual el vecino, le da lo mismo lo que sienta, sólo se preocupan de ellos mismos y de las "causas bienvistas socialmente". Pero eso sí, de cara a la galería, luego los casos particulares (como no están tipificados) se la traen al pairo. Seguro que alguno de esos clientes tuyos es de los que luego se manifiestan contra la explotación infantil (por ejemplo). Pero claro, la explotación infantil sí que está al cabo de la calle y resulta muy honorable protestar contra ella. Pero el currito de al lado, el ser humano del otro lado del mostrador, sólo es un sirviente de ese otro que luego pondrá el grito en el cielo ante la injusticia social (¿sabrá que hay muchos tipos de injusticias sociales?).
A propósito de esto, yo recuerdo una época en la que tuve que ir a trabajar en metro con muletas. Tenía un pie escayolado, no me quedaba más remedio que ir a trabajar durante unos días y no podía pagarme un taxi. Al principio estuve a punto de dar de bruces contra el suelo varias veces, porque la gente arremetía sin piedad y sin tener en cuenta que mi capacidad para mantenerme equilibrado estaba mermada. Ante semejantes empellones, de nada servía adelantar las muletas a modo de contrafuerte de edificio. Pero luego aprendí. Saqué punta (es una metáfora) a mis muletas y cada vez que alguien empujaba, levantaba levemente la muleta correspondiente... calculaba el lugar donde estaba el pie del atacante... ¡y descargaba todo mi peso sobre él con fuerza!
Grito del embestidor. Me volvía y decía muy contrito: "perdón", mientras intentaba disimular la sonrisa que me producía pensar por dentro: "Te jodes".
Sé que la violencia no conduce a nada, pero en este caso servía para que se diesen cuenta de que allí había un ser humano limitado en sus movimientos.
Atentamente
PD.: Por cierto, tenías que haberles dicho "¡ahora los perritos cuestan 20 €, porque van con yema, sanguijuelas!"
