Bueno, vamos de una vez con los bastardos:
Por una vez, la expectativas me han dado una alegría: podría decirse que eran medias tirando a positivo, y Tarantino me ha dado más de lo que esperaba. Una película de diálogos e intriga, una especie de homenaje a una época en la que el cine bélico era puro entretenimiento, y no deconstrucción y análisis exhaustivo de la Historia, tendencia actual en la que está claro que Tarantino no se siente cómodo. Me refiero a los años 60, la época de Robert Aldrich y otros, y no a los años en los que se sitúa la película. Así pues, Tarantino se sirve de una época de la Historia de la Humanidad para homenajear a un época diferente de la Historia del Cine. Por lo tanto, se inventa los hechos y se toma la Historia a la ligera de un modo muy sano, sacándose de la manga nazis carismáticos, aliados metidos a apaches, judíos vengativos y todo lo que le echen. Y sin, aparentemente, mostrar más simpatía por un grupo concreto que por los demás.
Y es que MALDITOS BASTARDOS, por mucho que los carteles digan lo contrario, no es la película del teniente Aldo Raine y sus bastardos, bastante dejados de lado, por cierto; ni siquiera del sonriente coronel Landa y su arrollador carisma, sino de Shoshanna, la chica francesa que, pese a no salir necesariamente más tiempo en pantalla que los demás (en este sentido es una película un tanto coral), es el único personaje con verdaderas motivaciones y pasado, de la película, el único con el que puedes identificarte de un modo convencional. Es más, protagoniza varios de los mejores pasajes de toda la película (el hermoso final de su no-relación con Daniel Brühl y la ejecución de su plan).
Hablando de pasajes buenos, esta película tiene muchos. Nada me hizo más feliz que comprobar que, a diferencia de lo que pasaba con DEATH PROOF, BASTARDOS empieza con un primer episodio excelente, impregnado de, ahora sí, estupendos diálogos, y una tensión magnífica. Ya desde este momento Christoph Waltz demuestra que va a ser el amo y señor de la película, y no defrauda estas expectativas. Eso teniendo en cuenta que todos los actores están bien, desde Brad Pitt a Daniel Brühl (el mejor tras Waltz) y sin olvidarnos de Melanie Laurent, la chica francesa.
De los cinco o seis episodios que tiene la película no hay uno solo malo, tal vez sí más flojo, pero no malo. De hecho, el más flojo es, irónicamente, el segundo, aquel en el que se presenta a los bastardos. Verdaderamente, no son los mejores personajes de la película. Otros, a priori insoportables (a ver cómo reaccionas si te dicen que un episodio se constituye de media hora de soldados conversando en una taberna), resultan muy buenos, viéndose los largos diálogos a lo Tarantino envueltos en un aura de tensión e intriga inéditas en su cine. Juntos, todos los episodios forman un conjunto un tanto falto de cohesión, con lagunas e irregularidades que la hacen un poco pesada en ocasiones, pero nunca desesperante. Si no se hubiese puesto como límite el festival de Cannes, a Tarantino le habría podido salir una película ciertamente excelente.
Lo más interesante de la película es, sin embargo, el bagaje referencial de Tarantino. Finalmente ha ocurrido lo impensable, lo que creíamos que ya no iba a pasar nunca: Tarantino se ha reciclado, ha cambiado el blanco de su nostalgia y en este aspecto es su película más equilibrada desde JACKIE BROWN. Se acabó la trillada serie B de los 60-70, explotada hasta límites cansinos en DEATH PROOF. Se hace sitio al cine de aventuras (y el subgénero del alpinismo) firmado en la UFA en los años 40, ése olvidado en virtud del cine propaganda de Gebbels (que también está presente); a los directores alemanes como Pabst, Riefenstahl o Fassbinder, a las primeras estrellas como Pola Negri y Max Linder (y me atrevería decir que también a algo tan retorcido como el grito Wilhelm). Para alguien que este mismo curso ha estudiado la historia del cine alemán de primera mitad de siglo, es muy emocionante captar todas estas referencias (que hace un año no me habrían dicho nada en su mayor parte). Las referencias están muy bien dosificadas a lo largo de la trama, sirviendo a la trama y enriquecíendola, y no siendo un cúmulo inenarrable que detiene la acción y molesta (como en cierta película de coches asesinos que...). La cuota de "actor resucitado momentáneamente" la cumple Rod Taylor, una sorpresa total para mí, ya que normalmente estas resurrecciones tarantinianas son anunciadas a bombo y platillo y esta no lo ha sido. Será porque es un papelito de nada, pero no deja de ser una verdadera sorpresa encontrarse tras tantos años retirado al protagonista de LOS PÁJAROS. Para acabar con el párrafo de las referencias, no puedo pasar por alto el peculiarísimo modo de rendir homenaje al Cine en general, dando Tarantino a este medio una dimensión casi mítica, no sólo al convertirlo en la piedra angular de los engranajes de la trama, sino siendo portador de un mensaje que podría resumirse en "el cine te lo da, el cine te lo quita". Así pues, llegado el final, nos damos cuenta del poder total del cine, mensaje figurado traducido a literal en pantalla, en una escena magistral y aterradora.
Así pues, me he reconciliado provisionalmente con Tarantino, por haber hecho una película más comparable al estilo de sus primeras películas que al iniciado con KILL BILL y, contra todo pronóstico, al no haber dejado de lado al público en favor de sus obsesiones y el onanismo. Se merece unas palmaditas en la espalda, porque la verdad es que se nota al hombre un poco cansado. Tal vez, resignándonos a la idea de que sus obras maestras ya están hechas, le podemos pedir aún algo a la altura de KILL BILL antes de que sea tarde. Aún hay tiempo, y MALDITOS BASTARDOS demuestra que con un poco más de maña, tiempo y dejando a un lado el orgullo, es posible.
Un 8.
_________________ Miguel RosellóSi te interesa remotamente leerme hablar de canciones Disney, ésta es la cuenta de instagram a seguir.
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