Aquí estoy intentando digerir ese Callejón de las Almas Perdidas de Del Toro, una película que me ha parecido desconcertante y sin foco. Cabe decir antes de nada que una decepción por parte de un autor consumado como Del Toro nunca va a ser un desastre genérico blockbuster de los que tantos hay. Siempre va a ser un fracaso intrigante cuyos defectos son interesantes de tratar, no una pérdida de tiempo sin niveles que puedes despachar alegremente con un 'pues vaya mierda'. Además, siempre vas a encontrar puntos fuertes, que en todo caso hacen que uno se lamente por el potencial de la película. Por ejemplo, ver esta película es disfrutar del instinto del director para, al mismo tiempo, recrearse en la imagen que nos transmiten ciertos actores y poner a otros en lugares insospechados. Esa combinación hace que la peli sea una delicia omnívora en lo interpretativo. Y no hace falta que mencione la sensibilidad del dire para la puesta en escena y los ambientes.
Pero qué barullo de película. Qué estructura más extraña. No he leído la novela original, pero era incapaz de pensar en lo mucho que la película parecía tratar de poner en pantalla una clase de estructura muy literaria, en la que los actos pueden permitirse parecer obras con propósito propio en lugar de contribuir a que una narrativa única avance. Para alguien como yo, que desconocía TODO de esta historia salvo que parecía transcurrir en una parada de los monstruos, el primer acto en la feria llega a impacientar, por lo poco preocupado que parece en contar una verdadera historia. Esto en sí no debería ser un problema. Es el énfasis en los personajes lo que hace sospechar que el plan no es mostrar una especie de estampa contemplativa a lo, qué sé yo, Nomadland en un circo de fenómenos, y de ahí la impaciencia. Varios símbolos y motivos saltan al primer plano, pero de algún modo que me cuesta describir no parecen apuntar a nada sólido. Para cuando la película deja atrás la feria y de pronto todo encaja hasta cierto punto ("ah, vale, la feria es un punto de partida"), es un poco tarde para implicarme en un meollo que maneja demasiadas ideas a la vez, en el que los personajes se revelan de pronto contra su configuración de arquetipos e intentan ser algo más, y sobre el cual flota la sombra del elemento que da título a la película, sacado a colación bien temprano pero sin que al menos yo pueda comprender su significación en este contexto, literal o simbólica. El desenlace y la explicación llegan tarde y mal, constituyendo un bonito y macabro lazo que de poco sirve junto a un regalo tan fallido. Incuso con toda la información, intentando reconstruir hacia atrás desde la resolución sigo sin comprender cuáles son las inquietudes de la película.
Es curioso, pero Spiderman aparte, mis visitas al cine de los últimos meses han sido consistentemente para ver películas de esta familia en extinción: las grandes producciones destinadas a hacer dinero que no pertenecen a franquicias, universos o marcas reconocibles, y cuyo público objetivo no son necesariamente adolescentes, niños, o el niño interior de un adulto. Dune, Soho, West Side Story, Anette, ésta. Algunas de ellas son adaptaciones, pero creo que se entiende por dónde voy. Y estas películas se benefician de que su mera existencia es tan agradecida que a uno le cuesta recrearse en sus defectos incluso cuando sale decepcionado. Sus virtudes son tan inusuales en el Cine Grande (la voz personal de un autor, el universo visual sugestivo, el juego con la imagen de las estrellas) que tienden a dejarse sentir. Por eso me siento con ganas de, más adelante, volver a darle una oportunidad al Callejón de las Almas Perdidas. No para seguir intentándolo hasta que me guste por huevos, más bien me gustaría verla habiendo quitado de en medio el desconcierto inicial (sabiendo de antemano cuál es la función del acto en la feria, estsando preparado para ver lo que hay detrás de ciertas atonías). Sin ir muy lejos, Érase una Vez en Hollywood, en el cine, se me iba antojando como un primer acto infinito de una historia que parecía tener que llegar pero no llegaba. Ahora, habiéndola vuelto a ver cuando salió en bluray, me planteo si no podría ser mi película favorita de Tarantino. Pues eso.
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