También a que tener en cuenta algún otro factor, como el cultural y es que, lo que puede funcionar en un idioma, puede resultar desaventurado en otro. Un buen ejemplo lo tenemos con el inglés que se habla en EEUU, donde las voces nasales o tirando a agudas son algo habitual, por lo que a ningún espectador le ha de extrañar que, por ejemplo, el "galán" hable en esos tonos. Mantener una voz lo más parecida posible en el doblaje, podría descolocar al espectador español. Un ejemplo histórico es Don Johnson, cuando llegó "Corrupción en Miami". Si uno escucha su voz original encontrará que no es especialmente agradable para el oído español, siendo aguda y de poco peso. Como su personaje era el de un guaperas, seguramente habría descolocado más al espectador mantener esa fidelidad en el timbre que la solución que se adoptó, que fue ponerle a Salvador Vidal. De esta forma, el doblaje venía a pasar desapercibo, que, a la postre, es de lo que se trata. Al final, lo importante es la interpretación, ¿no?
No quiero justificar con esto las muchas barrabasadas que se han hecho. Un ejemplo por el que me puede llover hostias es el de Eastwood/Romero. Es cierto que, a estas alturas, nos costaría horrores aceptar otra asociación, porque la tenemos grabada a fuego, pero el problema es que Romero no solo se alejaba totalmente de la voz de Eastwood, sino que también le alteraba el carácter al personaje. Sin desmerecer el trabajo de Constantino, que considero, en general, excelente, me cuesta aceptarlo después de haber visto casi toda la filmografía de Eastwood en inglés. Un buen ejemplo de lo que quiero decir lo tenemos en "En la línea de fuego", donde Antonio Cancelas no solo se acercó mucho más a la voz original, sino también al espíritu.
Poco perdonable es, en cualquier caso, lo que se hacía en Voz de España desde principios de los 60. Y ojo, no discuto, ni por asomo, la calidad de los actores, pero sí critico los repartos. Allí estaba claro: galán más maduro/más rudo, Corsellas; galán joven/guaperas, Cano o Rogelio; acompañante del prota, si era más cómico, Angelat, si era menos cómico, Díaz; la prota, Elsa o Guiñón; la "otra" chica, Solá; un gordo, nuevamente Angelat o Díaz; el malo, Rafaelón, Peña, Sansalvador; personajes de carácter, Posada, Cavallé, Alonso; señora mayor, Jofre o Robles, etc. Y, salvo honrosas excepciones, así se hacían los repartos de los protagonistas. Los secundarios... Pepe Mediavilla, Ernesto Aura, Marta Martorell, Constantino un poco más tarde... Insisto, no se me ocurriría criticar su calidad como actores, pero en la mayoría de las películas que se doblaron en Voz en los 60, los repartos eran calcados de una a otra. No era muy distinto en Madrid, pero como entonces se doblaba menos cine, "cantaba" menos.
Ahora, con algunas distribuidoras, parece que se ha dado la vuelta a la tortilla, pero, quizá, excesivamente. Alguien en EEUU que, probablemente, ni habla castellano, elige las voces en base, únicamente, a su parecido y, claro, a veces nos encontramos auténticos desaguisados.
La conclusión, en cualquier caso, pasa por aceptar que el doblaje no es la versión original, que es un "tratamiento posterior" donde el principal objetivo es lograr la traducción y, el segundo, que no se note mucho. Ahora, también, que se haga en 10 minutos. Si, para eso, tuvimos que aceptar en los 90 que Vidal hiciese a todos los protagonistas o, últimamente, con que sea Peyo (por poner un ejemplo) el que hace lo propio, pues bueno, tendrá que ser así. Quien quiera la versión original, ahí la tiene, quien prefiera el doblaje tiene que aceptar la "trampa".
Saludos
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