Dotado de una voz bronca y viril, de esas que nunca deben faltar en un elenco de actores de doblaje, Claudio Rodríguez supo abrirse camino en este arte logrando llegar a eso que todos aspiramos en nuestras vidas profesionales: el unánime respeto general del gremio como respuesta a un trabajo bien hecho. Si a ello se le añade el que acercándose a los 90 años de edad aún continuara con muy buen hacer ante el micrófono tras casi 60 años en activo, poco más puede decirse en favor de este gran doblactor al que ahora despedimos.
En las pocas veces que tuve contacto con él, siempre se mostró amable, servicial y agradable. Pudimos reír sobre sus numerosos doblajes al ‘noble de sangre azul’ Jaime de Mora y Aragón y, al igual que yo, lamentó no haber podido doblar al José Ferrer de ‘Fedora’, en el año 78; actor que, al igual que con Lee Marvin, consiguió una memorable simbiosis. No obstante, debo confesar que su Charlton Heston nunca me hizo olvidar a Rafael Navarro y que en sus comienzos no me resultó apropiado cuando se le otorgó el papel del emperador Julio César en la monumental ‘Cleopatra’, pues no veía yo en su voz adecuación alguna con la del británico Rex Harrison. Pero meses más tarde (corrían los primeros años 60) me rendí ineludiblemente ante el irascible Burt Lancaster de ‘El Gatopardo’, aún en mi memoria como uno de esos sensacionales doblajes que dejan huella. Otra vertiente, la del fino humor, también supo mostrar Claudio doblando a Walter Matthau en el duplo ‘Dos Viejos Gruñones’ y ‘Discordias a la Carta’, junto al magistral todoterreno Félix Acaso. Su interpretación en éstas es tan extraordinaria, cómica y auténtica que es merecedora de cualquier elogio posible
Ahora ya, Claudio no está en el mundo de los vivos, pero seguro que nos acordaremos de él cada vez que nuestra memoria reviva tan numerosas escenas cinematográficas en las que fue protagonista vocal. Y ello, no es poco.
Requiescat in Pace, Claudio Rodríguez
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