Este finde hemos hecho un repasito en casa a las pelis de Misión Imposible en vista de que la Roseñora no había visto ninguna. Recuerdo que hace unos años, cuando acababa de salir la cuarta, las comenté por aquí, así que me voy a limitar a comentar cosillas que he apreciado por primera vez.
Primero: El lugar que ocupan la 1 y la 2 en el orden de la serie me desconcierta un poco y me divierte. La primera tiene alma de secuela, construye todos sus temas sobre traición y desencanto sobre un vacío allí donde debería haber un mundo previo que destruir. Desde luego que en realidad sí existe este mundo, la serie de TV original, y ése es el mundo que la peli de De Palma dinamita; pero el sector del público nostálgico de la serie que probablemente sí existía en el 96 (y que puede que se cabreara ante la iconoclastia de DePalma) se ha evaporado. La película ha pasado a ser autosuficiente, y a ojos actuales es más implícita, como una primera aventura de un superhéroe que se salta el cuento del origen de los poderes dado por hecho que tú rellenarás los huecos sin problemas; pero precisamente de este modo se hace más tangible que antes hay algo que sí, que puede que no necesitemos ver, pero que sin duda existe. Para De Palma parece ser suficiente, y le basta un poco de síntesis muy eficaz en las primeras escenas, al establecer las relaciones entre Hunt, el equipo y el mentor para que el revés y el pesimismo de la propuesta funcionen como si te supieses de memoria todas las temporadas de las andanzas de Peter Graves y compañía. Veintitantos años después, cuando nadie se acuerda de la serie, la película y sus reveses de fe funcionan igual de bien (obviando la inevitable pérdida del placer culpable de la iconoclastia). Con Misión Imposible 2, por el contrario, no pasa nada de esto. Es directa, plantea una misión y la resuelve antes de los créditos, no remite a nada fuera de los muros de esas dos horas. Como si Ethan Hunt acabase de nacer. Tiene el auténtico ADN de una película completamente autosuficiente, una de ésas que en todo caso se convierten luego en la base de un universo mayor, pero no desde luego una que responda ante historias previas.
Segundo: Deeeeee hecho, John Woo pasa olímpicamente de mantener la caracterización de Ethan Hunt, lo que es otro aspecto que me ha llamado la atención. Es cierto que en esta saga, que es puro cine de autor (o lo era), cada película tiene su marca personal e intransferible, pero hay constantes. Ethan Hunt es más o menos desenfadado dependiendo de quien ponga las manos en el guion, y cada película está más o menos interesada en su vida personal, pero su profesionalidad es constante. O casi. Misión Imposible 2 absorbe los peores vicios de lo que estaba ocurriéndole a la saga de 007 por aquella época, es Muere Otro Día antes de Muere Otro Día, e Ethan Hunt se convierte en un macarra adicto a la adrenalina y al chascarrillo, uno que deja que su pene hable el primero al encontrarse con una agente del otro sexo, un tipo al que no le importaría dejar de recibir una nómina por su trabajo porque ADORA su trabajo. En muchos aspectos, Hunt está más cerca de Harry Palmer que de James Bond, pero no en el mundo de John Woo. Quizá si los directores que vinieron a continuación hubieran sido tan radicales en el retrato de Hunt, MI2 no destacaría de forma tan extraña. Pero ante la posterior decisión de Abrams, Bird y McQuarrie de ponerse ciertos límites a la hora de jugar con la primera y muy metódica versión de Hunt/Cruise, estableciendo definitivamente 'las normas del juego', la propuesta de Woo no es sólo insufrible, sino que queda fuera de lugar.
Tercero: creo que el movimiento más arriesgado es el de Abrams, tan sólo por convertir MI3 en una historia de amor. Ya esto me basta para que tenga mis simpatías, incluso de haberle salido mal. Pero el caso es que me funciona. La relación entre Cruise y Michelle Monaghan es emotiva y auténtica, la humanidad de Hunt logra entra a formar parte de la ecuación de forma convincente y sin transgredir la idea del agente profesional que conocimos en el 96. La diferencia radica, y aquí es donde Abrams toca la tecla perfecta, en que el agente profesional tiene mucho que perder, a veces a instancias de esa profesionalidad. Abrams construye esta relación con tanto mimo y buen hacer que me frustra bastante que caiga víctima del pseudorreinicio que experimenta la saga con cada película. Puedo entender que a Bird no le interese poner el matrimonio de Hunt en el centro de su película, pero en nada habría afectado a su guion que el agente siguiese casado. Bird intenta descartar a Julie con dignidad y con una sorpresa que de hecho está bien pensada, pero quitar de en medio a un personaje sólo porque no responde a los intereses de tu película, sobre todo cuando anteriores entregas han puesto mucha energía en ello, nunca es elegante. Pregúntale a Newt y a Hicks.
Cuarto: como a todo el mundo, la escalada del Burj Kalifa en MI4 me fue imposible de olvidar, pero lo que sí había olvidado es que todo el tramo en Dubai es espectacular, escena tras otra. Escalada, encuentro doble en habitaciones contiguas, tormenta de arena. No me gustaría que alguien me hiciese elegir a punta de pistola entre la entrada en la CIA de MI1 y la escalada al Burj Kalifa de MI4 como mi set piece favorita de la saga, pero sin duda, en conjunto, el acto en Dubai es el tramo más consistente y espectacular.
Y ya he escrito bastante, aunque no lo haya dicho todo.
_________________ Miguel RosellóSi te interesa remotamente leerme hablar de canciones Disney, ésta es la cuenta de instagram a seguir.
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