Me he comprado una tele más grande que la tuya y que la tuya y que la tuya. La película cuidadosamente elegida para inaugurarla el viernes pasado fue el Planeta de los Simios, que me moría de ganas de volver a ver desde hacía tiempo, pero no me apetecía verla si no era en muy buenas condiciones, en un cine a ser posible. Y como Phenomena pasa de seguir programando cosas en Madrid, esta parecía una buena ocasión.
La buena acogida por parte de mi Roseñora derivó en un repaso a las dos precuelas recientes el sábado y el domingo, pasando por alto como quien no quiere la cosa toda la ristra de secuelas (que van desde prescindible-pero-simpática a baratija-ridícula) y el remake de Burton. No había vuelto a ver El Amanecer desde hace dos años, cuando se estrenó en cines, y estaba loco por verla de nuevo, ya que en su momento me había parecido realmente a la altura de la original.
Lo que no esperaba era que ahora fuese a parecerme mejor. Y mucho menos esperaba que algo así fuese a ocurrir por encontrarme con que el original del 68 no era tan extraordinario. La película es tan absorbente, arrisgada e innovadora como siempre he pensado, no se trata de que ahora me haya parecido simple o aburrida. Tampoco es cosa de los efectos especiales. Puede que la técnica haya dejado muy atrás las prótesis de Aurelio y Zira, pero el hecho de que un maquillaje tan primitivo ¡y tan invasivo! deje transpirar las emociones, las miradas y las expresiones de los actores originales lo catalogan como un éxito aún hoy y un ejemplo a seguir.
El motivo es más sencillo: como parábola social es más bien tosca. A ver, el Planeta de los Simios es una película de su tiempo en el mejor de los sentidos. Sus preocupaciones pasan por cuestiones como los derechos civiles, la conciencia medioambiental, la oposición a la carrera armamentística, el rechazo al inmovilismo ideológico y al statu quo e incluso una llamada a las relaciones interraciales (ese beso entre Taylor y Zira). Todo está sintetizado y encapsulado con mucha inteligencia en una única metáfora, ese planeta de simios. En este aspecto es la piedra angular de la ciencia ficción social que arraigó a lo largo de los setenta en el cine.
De modo que me frustra mucho la tendencia de la película a bailar al compás de su mensaje haciéndolo todo lo obvio posible a través de demasiados diálogos expositivos o, peor aún, personajes instrumentales cuyo extremo más absurdo es el sobrino de Zira, obvio representante de su público objetivo que dice cosas tan cómicamente intencionales como "oh, vaya, ¿si uno no puede fiarse de los mayores, de quién puede uno fiarse?". Esclavo de sus tics como creador de relatos para The Twilight Zone, Rod Serling rechaza el poder evocador del medio cinematográfico a la hora de transmitir su punto de vista, y lo hace en favor del sermón en tu puta cara. Y es más frustrante aún a la vista de que Schaffner se muestra más que capaz de valerse de la puesta en escena y de sus actores para hacer llegar el mensaje a buen puerto.
Duele decirlo, pero en este plano no resiste comparación con la película más reciente, que en la figura de ese don Vito Corleone simiesco que es César sublima cuestiones éticas (de dimensión más humana que social, eso sí) complejas y fascinantes que nunca devoran la película, sino que son el instrumento del que se vale ésta para crear a un protagonista auténticamente tridimensional. Que por cierto, uno se queda sin palabras al reflexionar sobre la implicación emocional que ha experimentado hacia esta panda de monos digitales. Esta película, como la de 2011 pero aún más, es un triunfo del encuentro entre técnica y emoción, ejemplo para los siglos de los siglos de cómo poner las últimas tecnologías al servicio del relato sin renunciar a la espectacularidad. Sus efectos especiales envejecerán, como de hecho han envejecido los de la peli de 2011, pero, al igual que ocurre con ésta, la emoción sobre la que se construyen no lo harán. Y por eso estas nuevas películas seguirán funcionando aún cuando las técnicas del futuro las hayan dejado muy atrás.
Unas palabritas sobre el final de la original. Ese desenlace está tan culturalmente asimilado que cuesta afrontarlo analíticamente, pero es realmente magistral. La preparación de la escena es brillante e ingeniosa, estableciendo un falso aire de final feliz: Taylor y Nova se despiden de sus nuevos amigos tras el aparente triunfo de la razón y se embarcan en un viaje en busca de respuestas que promete ser largo. El montaje de escenas de Taylor a caballo potencia esta falsa impresión, y aunque un vistazo paralelo al giro que toman las cosas para Zira y Aurelio arroja una primera advertencia pesimista sobre lo que espera (el desencanto de finales de los 60 en toda su gloria), hay algo edénico en las imágenes de los dos humanos a caballo por la playa. Es decir, que no estamos preparados para que la respuesta llegue de forma tan brutal e inequívoca en forma de un trozo de hierro gigante medio enterrado en la arena. Taylor, ni nosotros tampoco, esperábamos llegar a La Respuesta tan pronto, ni tampoco que sería tan terrible. El poder de la escena no reside en los gritos de Heston, que tan míticos como son, suponen de hecho el punto débil (Serling, cometiendo de nuevo el error de subestimar a su público). Reside en esta serie de aciertos de puro lenguaje cinematográfico, en una sencilla imagen cargada connotaciones y en soltar la bomba y apagar las luces sin un epílogo, dejándonos tiempo para asimilar la respuesta maldita con el sonido de las olas como único acompañamiento. No esperábamos un final tan abrupto, pero eso es porque creímos equivocadamente que la búsqueda de la verdad sería más larga y no tan traumática. Desazón.
La leche, qué tocho. Y eso que apenas he hablado de todos los motivos por los que El Amanecer me pone a mil. Pero es que pese a todo lo que me he quejado, el Planeta de los Simios me vuelve locoooorrrrrrl. Encontrarle defectos me ha ayudado a poner en perspectiva sus virtudes y apreciarlas en mejor medida.
_________________ Miguel RosellóSi te interesa remotamente leerme hablar de canciones Disney, ésta es la cuenta de instagram a seguir.
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