Supongo que, aparte de lo que dice en el artículo de "seducir" al personal, todo viene ya hecho desde los narradores en tercera persona en la literatura. Y también porque el cine se inventó en una época en la que meterse a actriz era ser una perdida, y quedó estipulado como que el narrador debía ser un macho alfa, un patriarca. La persistencia de este narrador viril forma parte del espíritu mismo del doblaje: si una locución te distrae de la peli o caes en la cuenta de que es un doblaje, pues es inadecuada. Y como ya es tradición que si no son rótulos mudos es un señor, lo contrario queda raro.
Es como si en una plaza de toros sacan un elefante. En teoría, emocionaría igual (o más, porque además de cuernos tiene trompa prensible), pero la primera reacción sería... ¿y por qué?
Alguna vez he oído narradoras femeninas, pero siempre en pelis de divorciadas que reencuentran el sentido de su vida y se reconcilian con su hija mayor y tal. Debe ser que a la audiencia masculina la dan por perdida y prefieren jugar con la camaradería femenina.
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