NO LEAS LA SIGUIENTE INTERVENCIÓN SI NO HAS VISTO LA PELÍCULA
SPOILERS DEL TAMAÑO DE CATEDRALES!!!!!!!!!!!!!
De alguna manera Pedro Almodóvar nos contaba en todas sus películas su idiosincrasia manchega, sus recuerdos de infancia en aquella tierra, pero todas sus historias transcurrían casi íntegramente en Madrid (menos "Todo sobre mi madre", impregnada más de la idiosincrasia de Barcelona, aunque vista aquí desde los ojos de alguien de fuera), diferente a los ambientes rurales de su La Mancha natal.
Aquí, tomando como referencia el famoso tango inmortalizado por Carlos Gardel, nos cuenta a su manera la forma de ser de su tierra, empezando por la escena de un típico cementerio de un pueblo manchego cualquiera, en donde las viudas locales limpian las tumbas enmedio de un viento fuerte e incesante (el "viento solano" lo llaman, el equivalente local de la "tramontana" catalana ó el "sirocco" del Sahara). Empieza con la visita al pueblo de Raimunda (Penélope Cruz), acompañada de su hija Paula (notable Johana Cobo) y la hermana de la primera, Sole (Lola Dueñas). Varias viudas limpian tumbas propias, sí, de verdad: las cuidan como si fueran sus casas, aunque aun no las ocupen.
Éste detalle surrealista y real a la vez inspiró a Almodóvar, que le sirve para homenajear a su tierra y contraponerla a la gran ciudad, en donde Raimunda, Paula y Sole residen, en el modesto barrio madrileño de Puente de Vallecas en dos casas modestas.
Después de haber visitado en el pueblo a la tía Paula (corto papel pero bien encarnado por Chus Lampreave, que siempre deja huella en todas sus intervenciones en las películas de Pedro), la hija de Raimunda mata en defensa propia a Paco (Antonio De La Torre), marido de su madre, que intentaba abusar de ella, y aquí empieza el argumento de verdad, con un desarrollo que podría tener toques de "realismo mágico" latinoamericano pasado por el filtro manchego, quizás menos exagerado, si tenemos en cuenta que aparece en escena Irene (Carmen Maura, gran papel para ella en su vuelta a una película de Pedro), la madre de Raimunda y de Sole, que había fallecido años atrás en un incendio juntamente con su marido.
Almodóvar, de manera muy inteligente, desarrolla todo como en una de esas intrigas de Agatha Christie ó Sherlock Holmes, en donde se van descubriendo detalles inesperados hasta un desenlace aparentemente surreal pero lógico a la vez, como es habitual en los guiones del manchego, en quien cineastas como Federico Fellini han tenido siempre una gran influencia.
Y no ahorra sus detalles de humor negro (el cadáver de Paco oculto en un frigorífico de bar, como una "Coca-Cola" cualquiera, ó la reunión de viudas en la capilla ardiente de la tía Paula, las típicas viudas de pueblo, todas vestidas de negro y rezando Rosarios continuamente en voz baja, de tal manera que aquello, más que un rezo colectivo parece el ruido de un enjambre de abejas), a veces algo escatológico, y de drama desgarrado e incluso sórdido, que nos muestra terribles secretos de todos los personajes.
Grandes interpretaciones del reparto femenino, en especial Carmen Maura y Blanca Portillo (es Agustina, una de las vecinas del pueblo), entre otras muchas. Penélope Cruz, una actríz que nunca ha sido de mis favoritas, está aquí correcta, aunque las anteriores y Lola Dueñas (que demostró también su talento en la magistral "Mar adentro" de Alejandro Amenábar) le dan veinte mil vueltas.
Huelen ellas a Goya, y la propia película, que irá a concurso en el Festival de Cannes, huele igualmente a un nuevo Óscar para Almodóvar. Se lo merece.
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