Aviso a navegantes (na'vigantes). No he leído una sola crítica de nadie en ningún sitio. He entrado al foro de cabeza, ignorando totalmente todos los temas y correos privados y sin leer un solo mensaje nuevo incluso de este mismo tema. Así, en lugar de rebatir, apoyar o complementar, daré mi visión de AVATAR al completo. Esto también me servirá para que nadie se sienta aludido por ciertos comentarios que pienso hacer.
La vi anoche, a las diez y media, en una sala gigantesca brutalmente abarrotada (me sentí orgulloso y todo, la verdad), y tras debate febril con la señorita Belén, una noche de maceración y una mañana de reflexión, mi opinión ha tomado forma. No definitiva; debe pasar mucho tiempo hasta que la respuesta a las expectativas de muchos años se disuelva y pueda mirar la película desde la distancia. Mi opinión sobre TITANIC se asentó definitivamente tras ocho años. Espero no tardar tanto esta vez.
En el mundo en el que vivimos hay tal fiebre antispoiler desproporcionada que es normal que alguien salte enfurecido con sólo mencionar que las criaturas son azules, así que supongo que sí, que habrá spoilers, pero sólo serán tal para los exaltados. Allá vamos.
Es difícil empezar. Con una película tan enorme, me es imposible decidirme por un aspecto con el que comenzar. No estaría de más preguntarme si James Cameron ha logrado lo que quería con AVATAR. Más que nada porque no sé exactamente cuántas cosas quería. Independientemente de lo que piense cada uno sobre la película, es obligatorio postrarse a sus pies. AVATAR no es una película, es un mundo alternativo en toda regla, levantado con el esfuerzo de prácticamente un solo hombre. Un hombre que ha creado un planeta, sus aborígenes, su cultura, su idioma, su flora, su fauna, su magia. Ya sabía que James Cameron está loco, que es un megalómano que estuvo a punto de salir al espacio con una cámara 3D que él mismo inventó ocho años antes de que otros como Zemekis rodasen en la Tierra con cámaras menos avanzadas que la suya, pero que pudiese levantar una visión tan desproporcionadamente grande de un mundo de un modo tan perfecto exige ovaciones por parte de absolutamente todo el mundo. James Cameron es el megalómano que está altura de sus megalómanas promesas. El único.
Llama la atención el hecho de que Cameron llame a su motion capture "performance capture". Si no fuese porque sé que Cameron cumple sus promesas el 99% de las veces, vería a este término pretencioso, un ridículo y desesperado intento por dotar de prestigio automático a una técnica a priori tan poco seria como la que ha usado en AVATAR. Y ni siquiera el nombre de Cameron logró que evitase por completo esa sensación antes de ver la película. Sin embargo, ahora todo cobra sentido. Cameron juega en una liga muy por encima de Zemekis y demás. Es justo calificar a su técnica con una denominación diferente. Mediante un proceso de filmación que paso de explicar aquí (pero que prometo que no es más que otra muestra del sentido tan puro y sabio que tiene nuestro hombre del cine), sus criaturas alcanzan la categoría de milagro técnico. Sienten, respiran, viven, son tangibles. El hecho de que los Na'vi principales parezcan enteramente actores caracterizados y maquillados presentes en la pantalla (en este sentido, la perfección absoluta es el avatar de Sigourney Weaver) no es reseñable sólo por el hecho en sí, sino también por el latido humano que hay en cada uno de ellos, que hace que desarrollemos sentimientos por ellos, de un modo que jamás se ha conseguido con seres enteramente virtuales que tratan de pasar por reales. Esta búsqueda de la suplantación de la realidad siempre se topa con el escollo de la frialdad del medio digital (la cual no afecta a la animación digital que sigue quieriendo mostrarse como dibujos animados), de ahí la necesidad de una base física. Siempre he mantenido la opinión de que la base física (el animatronic, el maniquí que luego es digitalizado) es una condición sine qua non para la total aceptación del ser en cuestión, y el cine me ha ido dando la razón una y otra vez. Hasta ayer. Soy consciente de que un torrente de elogios es siempre muy aburrido, así que lo evitaré, aunque también soy consciente de que por ahora mi texto debe ser ya bastante insoportable en ese sentido. Basta con decir que los Na'vi pasarán a la Historia. Pero no sólo los Na´vi. Metamos a ver AVATAR a alguien que haya estado viviendo en una cueva los últimos tres años. Jamás podría adivinar que lo único físico que hay ahí son los humanos. Que los escenarios no son reales, ni los helicópteros, ni el fuego. La única razón para no olvidarte de que estás viendo una película generada por ordenador es que has pasado años siguiendo de cerca la evolución de la película.
Habrá quien, a saber por qué razón, se divertirá desdeñando los estratosféricos logros técnicos de la película, cayendo obligatoriamente en la hipocresía más absoluta. "FINAL FANTASY ya lo hizo", por ejemplo. Bien, Ray Harryhausen dio vida en su momento a dinosaurios con su técnica stop motion, pero Steven Spielberg lo llevo a extremos inimaginables, a los necesarios para convertir su PARQUE JURÁSICO en leyenda incuestionable. AVATAR será leyenda incuestionable. Resumiendo, técnicamente es el mayor hito que ha visto la pantalla desde la misma PARQUE JURÁSICO, y eso ocurrió hace dieciséis años.
¿Pero qué puñetas hay dentro de AVATAR? ¿Hay algo más allá de la técnica? Si hubiese que aplaudir un solo aspecto de la genialidad de James Cameron, sería el comprobar cómo es capaz de ponerse metas técnicas inalcanzables y que de algún modo, el fondo nunca acaba por debajo de la forma. MENTIRAS ARRIESGADAS era muy débil en fondo, pero tampoco tenía grandes aspiraciones formales, así que puede decirse que cumple la regla.
AVATAR toca uno de los temas recurrentes en su filmografía, que no deja de ser fascinante por lo contradictorio con la propia idiosincrasia de su obra y sus métodos de producción: la tecnología es la fuente del mal. No se trata de una moraleja, sencillamente sus guiones se basan en su mayoría en el detonante de una tecnología antagónica. El androide tiene como misión matar al humano. El mayor símbolo del progreso científico de la humanidad se llevó a cientos de personas al fondo del mar consigo. Las imparables máquinas de guerra van a destruir la pureza del medio natural más mágico imaginable. James Cameron pone una vez más su imparable despliegue tecnológico al servicio de una historia en la que este despliegue es justamente el mal a combatir. Y una vez más, pone las técnicas más enormes y modernas imaginables al servicio de la historia más vieja del mundo. El amor frente a todas las barreras, el bien contra el mal. La prueba de que lo más parecido a un Dios omnipotente que hay en el mundo del cine sigue aquí abajo, entre nosotros.
Sin embargo, y me apena decirlo, las enormes posibilidades de lo que a priori es una sencilla premisa, se quedan aquí en un mero decente resultado. TITANIC combatía la sencillez de su historia con un guión impecable, lleno de matices y lecturas alternativas. AVATAR lo tiene más crudo y bordea peligrosamente la línea que separa la sencillez de la simpleza. No es un demérito decir que AVATAR sea POCAHONTAS en el espacio. El POCAHONTAS en el espacio de Cameron podría resultar una obra maestra. Pero no lo es. Por fortuna, AVATAR tiene un factor de fascinación tan grande (que no tiene nada que ver con la técnica) que aceptamos los miles de lugares comunes que pueblan la película sin pestañear, y nos preguntamos qué les va a pasar a los buenos y si los malos van a morir. Y conforme avanza la película, la molesta sensación de simpleza va dando paso a otra cosa, al espíritu de la aventura, desembocando todo en una de las mejores batallas que he visto en una película en muchísimo tiempo. Veinte minutos, no más, es lo que necesita Cameron para desplegar su arsenal en toda su potencia, dejando un poso imborrable sin necesidad de una hora aparatosa de combate. En estos veinte minutos sufrimos por el destino de muchos personajes que apenas tienen peso en la trama, lo cual dice mucho de la capacidad narrativa de Cameron. A todo esto, merece la pena destacar el hecho de que Cameron prácticamente se ha iniciado con AVATAR en los personajes masculinos complejos. Cameron siempre se ha caracterizado por los personajes femeninos fascinantes, llenos de matices, complejos y con una capacidad evolutiva impresionante, mientras que sus creaciones masculinas se veían reducidas a un par de pinceladas funcionales (ALIENS es el mejor ejemplo). Aquí, sorprendentemente, el personaje supuestamente complejo es el de Sam Worthington, un hombre. Y ciertamente no está a la altura de Sarah, o Ripley, o la Mary Elizabeth Mastrantonio de ABYSS. O incluso la Jamie Lee Curtis de MENTIRAS ARRIESGADAS.
Sí, por primera vez en la carrera de Cameron, el fondo está por debajo de la forma. Sí, se sitúa en un punto intermedio-alto dentro de su filmografía. Pero no se olvida. Merece la pena pagar para viajar a Pandora. El dinero y el tiempo invertido se ven en pantalla, y eso no pasa siempre. Aunque para mí no lo será (al menos por ahora), me atrevería a decir que AVATAR está llamada a ser un clásico. Los aplausos que inundaron la sala al final de la película dan una pista.
Edito: Tras un opíparo almuerzo he vuelto para leer lo que he escrito. Es un tocho torpe, aburrido y cansino, y está claro que por ahora me cuesta expresar mi opinión, que en realidad es positiva. Me lo pasé muy bien viendo AVATAR, salí contento y cuando me levanté esta mañana me invadió un recuerdo muy agradable, y el pensamiento de que mis quejas post-visionado fueron injustas. El tiempo y la desaparición de la sombra de las expectativas de estos años lo pondrán todo en su sitio, y estoy seguro de que un futuro visionado sin pretensiones le hará ganar mucho de mi consideración. Gracias, James Cameron.
_________________ Miguel RosellóSi te interesa remotamente leerme hablar de canciones Disney, ésta es la cuenta de instagram a seguir.
Última edición por Cool Hand Mike el Sab Dic 19, 2009 5:39 pm, editado 1 vez en total.
|