Steven Soderbergh, director surgido del cine independiente americano, fuera de los circuitos convencionales de Hollywood, sorprendió a los cinéfilos de finales de los años 1980 con una película de poco presupuesto, actores desconocidos y un argumento fuera de lo habitual.
Claro que cómo estaba planteado éste argumento ayudó bastante a atraer a los espectadores al cine, por aquello del morbo. Y ello hay que desmentirlo, pues en toda la película no hay desnudos, sino sugerencias, miradas, diálogos directos al tema sin rodeos... y para despertar morbo, algunos personajes, sólo con su ropa y cómo la llevan, ya suben la líbido del espectador sin necesidad de desnudos tipo Playboy TV ni estética ó iluminación de neón azul ni nada de eso.
Ni tampoco el ritmo narrativo de Soderberg es de videoclip, habitual en los programas y películas de la famosa cadena televisiva erótica, variante de la no menos famosa revista: es lento y pausado, apoyándose en los diálogos, las miradas y las expresiones de los actores.
¿Se creían que me olvidaba del argumento? Todo lo contrario: el matrimonio formado por John Mullany (Peter Gallagher) y Ann (Andie McDowell), residente en una lujosa casa, reciben como huésped temporal a un viejo amigo de John, Graham Dalton (James Spader). John pone los cuernos a su mujer con su cuñada, la deshinibida Cynthia (Laura San Giacomo), y para poder tener los encuentros sexuales con ella tiene que alterar una y otra vez su extensa agenda de trabajo en su bufete de abogados.
Cuando Graham encuentra casa se va a vivir allí, y Ann descubre que él tiene una extraña afición: grabar decenas de cintas de vídeo con confesiones de mujeres, que le cuentan a la cámara sus experiencias sexuales y algo más... Ello le escandaliza, ya que ha sido hasta entonces una mujer reprimida, al contrario que su hermana.
Inteligente manera la de Soderbergh de contarnos una historia arriesgada, sin caer nunca en el fácil recurso de las películas eróticas, sean las americanas, con argumento policiaco enmedio casi siempre, ó las italianas, con toque decimonónico-aristocrático.
Quien vea ésta película que se quite de la cabeza los prejuicios, que no va a ver una historia estilo porno. Si no viene con éste propósito, que vea otra cosa y que nos deje ésta a los que sabemos apreciarla.
Los cuatro protagonistas están magníficos, y ésta película les lanzó a la fama, sobre todo a Andie McDowell, paralelamente famosa por su trabajo como modelo y para L'Oréal.
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