TREMENDA Logan. Mientras Disney/Marvel se ha instalado en una fórmula de éxito que pasa por hacer que todas sus películas parezcan iguales y erradicar cualquier atisbo de individualidad y DC/Warner se deja los cuernos en tratar de establecerse como la versión Bizarra de la primera (e inevitablemente bailando a su compás), la Fox, que no tiene demasiado que perder con su humilde catálogo de superhéroes, ha ido tanteando sin autolimitarse hasta, después de algún experimento muy deplorable (4 fantásticos, ejem), dar con la tecla en un factor tan pueril como la calificación por edades. Deadpool es sin duda una película construida en torno de la calificación R, exprimiéndola como si le hubiese costado dinero (a priori sí que era como si le hubiese costado dinero: sacar de la ecuación de un plumazo al principal público de estas películas era arriesgado), pero una vez confirmada la viabilidad de la fórmula, llega Logan y ésta sí que aprovecha esa R mayúscula de una forma propia de personas adultas. En Deadpool la R era un compromiso, en Logan es sólo la ausencia de limitaciones. Logan es una película que corre libre, sabedora de que si en algún momento necesita echar mano de algo extremo o inusual estará ahí, al alcance de su mano. Aquí hay palabrotas, sangre y tetas, y sólo lo último salta (en una única y muy breve escena) como una concesión gratuita a la dichosa letra y lo que cabe esperar de ella. Pero hasta eso parece más un guiño que otra cosa. Es cierto que las palabrotas no son un shock para el espectador español que por costumbre ha visto estas pelis dobladas, aquí nunca nos hemos cortado a la hora de adaptar un darn! como "joder"; pero el festín ultraviolento que te ponen por delante cada vez que Logan saca las garras realmente te quita la venda de los ojos: ¿no es más creíble, conociendo el mal carácter de Lobezno hasta para las pequeñas cosas, una masacre como las que se ven aquí que los limpísimos y cuidadosos ataques que lleva a cabo cuando los malos le tocan a alguien que le importa en películas anteriores? Esto es lo que necesita una película con un personaje como Logan, sin más.
Y la R no es la única ruptura con las ataduras que lleva a cabo la película. Es increíble lo mucho que puede beneficiar a una película de esta clase no tener que rendir cuentas a nadie, o a un insostenible plan de pensiones para los próximos veinte años de universo compartido. Dios bendiga a Hugh Jackman por jurar que era su última aventura como Lobezno. Salvo por el islote de First Class, mi interés por los X Men se había reducido a cero desde 2006, con ese puñado de películas cansinas que devaluaban a un grupo de personajillos de los que había llegado a ser muy fan durante la primera trilogía. Y Lobezno había sido el peor parado, por culpa de sus spin off patéticos. Después de todo esto, que hayan logrado sacar unas fuerzas de flaqueza para que Jackman y Lobezno se puedan ir por la puerta grande ha sido algo muy emocionante para mí. Así pues, la película manda todo a tomar por saco y se sitúa en un futuro distante en el que ni hay mutantes ni películas paralelas implícitas que aten en corto a ésta. Todo parece nuevo pero al mismo tiempo coherente con lo visto hasta ahora. El tono, la ambientación, el comportamiento de los protagonistas; todo es insólito, pero la humanización de Logan y de Xavier hace que se sienta como el inevitable paso del tiempo para unos viejos conocidos y no como una película marciana e irreconciliable como una saga de diecisiete años de antigüedad. Y por supuesto devuelve el taxímetro del interés a tiempos mejores y menos predecibles. Ver a Charles Xavier en esta tesitura es casi hipnótico, simplemente quieres saber más. Hemos pasado muchos años con él en unas circunstancias que realmente no han cambiado tanto de película a película, esto es territorio completamente inexplorado. A diferencia de lo que pasó la última vez que Xavier hizo mutis; si va a morir hoy, quieres estar con él cuando ocurra.
En su forma de administrar las secuencias de acción y el componente humano (alternándolos, combinándolos, ajustando la duración a las necesidades de cada momento) se parece a Terminator 2. La presencia de un vínculo creciente entre el héroe y una niña silenciosa que ha visto mucha mierda recuerda a Aliens. Realmente, nunca había visto una película de superhéroes tan parecida a lo que podría hacer James Cameron con este material. Si le falta ese puntito mágico de maestría que separa a una muy buena película de algo para la historia es que un tío como James Mangold no da para más, y de hecho creo que puede sentirse orgulloso de haber llegado a lo que debe ser el tope de su capacidad como director-currante. Nunca ha hecho nada tan bueno ni lo hará.
Pues eso. Esta película es ideal para los que, como yo, han perdido la fe en la megamaquinaria del cine de superhéroes y que llevan ya demasiados años preguntándose por qué los estudios se empeñan en ponerse a sí mismos la zancadilla al empeñarse en convertir estas películas en un subgénero en lugar de explorar sus infinitas posibilidades. Ofrece algo que, aunque debería darse por hecho, en este momento parece limitado a los productos que vuelan bajo el radar, como el Daredevil de Netflix: una historia adaptada a la naturaleza de su protagonista. Es flipante.
_________________ Miguel RosellóSi te interesa remotamente leerme hablar de canciones Disney, ésta es la cuenta de instagram a seguir.
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