Yo debo estar ciego o algo, no vi que el hilo éste había vuelto. Traslado aquí mis valiosísimas impresiones sobre Brooklyn y Room. Quise verlas antes de los óscar a ser posible, de modo que al final sólo he dejado pendiente The Big Short de entre las candidatas al premio gordo.
Brooklyn es, en un principio, una peliculita de ésas que le gustan a tu madre. Es de época, hay una historia de amor y la protagonista es una chica de pueblo que experimenta un crecimiento interior al salir de su zona de confort. No obstante, no recuerdo muchas películas que traten de forma tan elocuente y directa el tema de la morriña, cuyas traicioneras garras son aquí la base de una verdadera tesis. Creo firmemente que el título "Brooklyn" no es tan apropiado como lo sería "Homesick", palabra que se pronuncia poco pero que tiene un peso vital en el viaje de Eilis. Es muy interesante comprobar por medio del personaje de Saorise Ronen (que por mucho que ese óscar lleve el nombre de otra, está maravillosa) la diabólica peculiaridad del sentimiento de vacío provocado por los kilómetros que hay entre tú y tu primer hogar: desaparece lenta y dificultosamente para, por el contrario, agarrarse de nuevo a ti con un mínimo estímulo. Como el simbionte de Spiderman. Y depende de la perspectiva del sujeto y de la forma que se acepte esta realidad, estos brazos invisibles pueden ser un obstáculo para avanzar hacia adelante o un vínculo lo que realmente eres. Estas ideas confluyen en la película con mucha elegancia y sin un énfasis demasiado obvio, aunque es obvia la postura al respecto que toma Brooklyn. Subrepticiamente, el pueblecito irlandés que Eilis deja atrás se convierte a su temporal regreso en una especie de mafia proteccionista disfrazada de traicionero canto de sirena que te ofrece todo lo que ya te has construido al otro lado del charco (trabajo, matrimonio) pero allí donde has crecido. En estos momentos la película pierde algo de sutileza y su partidismo (junto con su intención de que nos alineemos junto a ella) asoma la cabeza, con algún inserto estratégicamente situado aquí y allí. En mi caso no lo necesitaba, estoy totalmente en el mismo lado que el guion de Hornby. Más allá de esto, se pueden encontrar virtudes más comunes. Un buen balance entre drama, sentimentalismo y comedia (la fórmula del óscar), interpretaciones muy disfrutables (insisto en el grandísimo trabajo de Ronen) y un reencuentro con Megan Draper y su dentadura de piano de cola. ¿No es lo que queremos todos?
Room es otra joyita. Me cuesta hablar de ella sin sentir que estoy echando a perder sus ases en la manga, así que voy a ser un poco abstracto. Su principal virtud es estar contada desde el punto de vista de un niño, decisión insólita en una historia de estas características (de la columna de sucesos). Tal decisión da pie a una puesta en escena altamente expresiva, con la capacidad de explicar el torrente de sentimientos de alguien ante una situación particular con un primerísimo plano de un bote de pastillas, una rodaja de mango, la puerta de un armario o el cielo azul. Y pese a todo, el diálogo no se convierte en un elemento accesorio. Es más, el lenguaje juega un papel crucial en la película: la forma de comunicación que Brie Larson ha establecido con su hijo, la ausencia de artículos del chico a la hora de referirse a objetos cotidianos (traducir Room como "La habitación" es un craso error), el significado implícito de términos espaciales como "aquí" y "allí"... Todo eso dice mucho más que todo el diálogo expositivo del mundo, del que de todos modos apenas hay en Room. Los diálogos de Room tienen la virtud de ser extraordinariamente descriptivos con respecto al mundo interior de esta familia de dos y respecto a su situación real... sin ser, nunca, descriptivos en términos literales. Esta riqueza visual, narrativa y emocional permite que la primera mitad de la película tenga entidad propia en lugar de ser sólo la base sobre la que se construye la segunda mitad. Lo cual es, desde luego. No puedo hablar de las ideas que maneja la película a partir de este punto sin reventarla, pero digamos que si Brooklyn establece un paralelismo entre la morriña y un secuestro emocional mediante el concepto de adaptación (o ausencia de ella), Room hace algo muy parecido pero cambiando el orden de los factores. Siendo, eso sí, lo bastante ambiciosa y compleja en el retrato psicológico de la madre para estar por encima de simples síndromes de Estocolmo.
Un par de maravillas.
_________________ Miguel RosellóSi te interesa remotamente leerme hablar de canciones Disney, ésta es la cuenta de instagram a seguir.
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