Hacía ya bastante tiempo que tenía en mente dedicarle un post a esta actriz mítica del doblaje español. Tras acabar de ver su memorable actuación en Romeo y Julieta, allá por el año 1938, no puedo demorarlo ni un día más. Porque en esta película, alcanza Carmen Morando el cenit de su carrera (o por lo menos el de su primera etapa). Es tal su compenetración con la actriz de imagen, la espléndida Norma Shearer, que uno no sabe si Morando le está "prestando" su voz a la magistral actuación de la Shearer o es la actriz canadiense quien le está prestando su rostro y sus gestos a la increíble actuación de la Morando. La actriz española no está leyendo unas líneas con el mero objetivo de que "cuele", no. Carmen Morando se transforma en el personaje shakesperiano de tal manera y vive su actuación con tal intensidad que parece que ella misma estuviera en la realidad enamorada de Romeo.
¡Con qué aparente facilidad recita unos versos tan difíciles como míticos! ¡Qué suavidad pero a la vez convicción rezuman sus frases! Sus momentos en el balcón son dignos de un Oscar. Incluso los gestos de las manos de la Shearer son captados con sutil maestría por la Morando, como en el minuto 41, cuando le dice a Romeo “¿Qué satisfacción puedo darte?â€. La entonación con la que pronuncia esa frase no se le ha vuelto a oír jamás. Porque ella no se interpretaba a sí misma, se transformaba en el personaje, por difícil que fuera... Y sino, comprobad la evolución de sus matices cuando se entera de que su amado ha matado a Teobaldo y ha sido desterrado:
1) Rabia in crescendo contra Romeo (1h11): "Corazón de serpiente, oculto bajo florido semblante. Maravilloso tirano, demonio angelical. Justamente todo lo contrario de lo que pareces. Santo, maldito y honorable villano. [...]
2) Arrepentimiento por lo que acaba de decir (1h12): “Debería el diablo llevársete la lengua. Él no ha nacido para el oprovio. ¡Qué cruel he sido recriminándole! ¿Acaso debería hablar mal de mi esposo? Oh, pobre dueño mío, si tu esposa de tal modo tu nombre ha ultrajado, ¿qué voz lo va a acariciar?
3) Revelación (1h13): “Pretendió matar Teobaldo al que es mi esposo...y Teobaldo ha muerto y mi esposo vive. Todo ello es un consuelo. ¿Para qué llorar entonces? Teobaldo muerto y Romeo...desterrado. ¡Desterrado! Esa palabra me aflige más que la muerte de mil Teobaldos.â€
Todos estos estados de ánimo, sentimientos y emociones, matizados de una frase a la siguiente con la sutil credibilidad que sólo las más grandes pueden ofrecer.
La trayectoria de Carmen Morando había comenzado ya en el año 1932, en París, contratada por la Paramount. Al cumplirse su contrato con esta casa, pasó a trabajar en la Metro, aún en París, hasta la apertura de los míticos estudios en la ciudad condal. En esos estudios dobló, según sus propias palabras, los papeles con los que más a gusto se sentía, mujeres buenas, ingenuas, sentimentales, las que se desarrollaban dentro de una fina y elegante comicidad. A destacar sus doblajes de Myrna Loy, hoy desaparecidos o de Jeanette MacDonald, de la que afortunadamente sí nos queda su gran doblaje de San Francisco. Y por supuesto, su doblaje de Diana Wynyard en la primera versión de Luz de gas (1940), doblaje del que la Morando siempre se sintió muy orgullosa. Aunque, como queda arriba expuesto, su doblaje estrella de su etapa en la Metro, fue sin duda la NORMA SHEARER de Romeo y Julieta, tanto por la simbiosis conseguida como por el mérito añadido de enfrentarse a la dificultad de los versos de Shakeaspeare.
Hacia finales de 1945, fue fichada por Hugo Donarelli para sus no menos míticos estudios de Fono España en la capital. Nada más llegar, realizó otro de sus doblajes bandera en aquella época, la JENNIFER JONES de La canción de Bernadette, doblaje e interpretación desafortunadamente desaparecidos y que sólo cabe imaginárselos en la memoria. Con la actriz americana, obtuvo Morando otra simbiosis que ninguna otra de sus compañeras superó con dicha actriz. Destacan también sus doblajes a la Jones en el primer doblaje de Estación Termini en Oro Films y ya en los tiempos de Audio Films, en otro título emblemático, Adiós a las armas, posiblemente su último doblaje estrella, allá por el año 62.
Dado que la mayoría de sus doblajes desde mediados de los cuarenta hasta mediados de los 50, han sido vilmente sepultados, poco más de puede pues decir de su paso por Fono España (donde permaneció unos años tras la marcha de Donarelli a Sevilla Films en 1947, aunque posteriormente se les uniría).
Pero fue de la mano de Paco Sánchez en Oro Films (primero en los estudios de Sevilla Films y posteriormente en Exa), donde Carmen Morando vivió su segunda época de esplendor, época en la que amplió su registro, pasando a doblar a mujeres de fuerte personalidad y carácter, como GINA LOLLOBRIGIDA, con quien consiguió otra de sus simbiosis fundamentales. Sus trabajos en Pan, amor y fantasía, Pan, amor y celos o La mujer más guapa del mundo así lo corroboran. Morando está excepcional, en unos papeles que nada tienen que ver con su Julieta de años antes. Visceral, temperamental, fuerte o rabiosamente sensual son adjetivos que podrían describir su manera de doblar a la Lollobrigida. Realmente merece la pena disfrutar de esos doblajes, independientemente de que la calidad de sonido con la que se conservan no sea óptima.
Para culminar esta segunda “juventud†de la Morando, llegamos a finales de los 50, donde fraguó otra gran simbiosis con la guapísima JANET LEIGH y donde en espacio de dos años nos regaló tres creaciones sensacionales: la JEAN SIMMONS de Horizontes de grandeza, la ELSA LANCHESTER de Testigo de Cargo y la ELIZABETH TAYLOR de Gigante, muy probablemente los tres doblajes estrella de los estudios Oro Films-Exa.
Fijaos hasta qué punto llegaba la maestría de la soberbia Morando que fue capaz de conseguir dos tonos de voz diametralmente opuestos de la segunda a la tercera.
Elsa Lanchester, contaba por aquel entonces con 55 años de edad y Liz Taylor con 24. ¡31 años separaban a ambas! Pero eso no fue ni óbice ni cortapisa para que fuera Carmen Morando el nexo de unión entre las dos en nuestro idioma. Comparando ambos doblajes, insisto, doblajes que habría que pasar una y otra vez en las academias hoy en día, resulta difícil creer que sea la misma. Pues lo es. En un caso, poniendo una voz vivaracha y alegre en el otro, con un tono firme. La armonía conseguida con sus compañeros Paco Sánchez en la primera y Félix Acaso en la segunda tuvo, claro, mucho que ver en el resultado obtenido. En cualquier caso, ambos fueron papeles de esos que se denominan “bombón†y de los que quedan grabados en la memoria auditiva. Tal es así, que cuando se redobló Me enamoré de una bruja, Lucita García imitó claramente (y con gran acierto dicho sea de paso) la actuación de Morando en Testigo de cargo. ¡Y habían pasado casi 20 años!
A Elizabeth Taylor no volvió a doblarla, pero se la había ganado. Cualquiera diría que era la voz habitual de la Taylor, porque prácticamente no se echa de menos a Elvira Jofre, su alter ego en Barcelona. Incomprensiblemente, se optó por Mercedes Mireya en Cleopatra.
De hecho, la carrera de Morando empezó su lento declive en la década de los 60, y no por una deterioración de su voz o una pérdida de sus aptitudes actorales, sino por las –muchas veces incomprensibles- decisiones que se tomaron en Audio Films-Fono España. Tal vez se equivocó, quién sabe, yéndose con Arias a Fono España, en vez de quedarse con Paco Sánchez en Exa, cuando éste cambió el sello de Oro a Sago en 1960. Pero esos entresijos, o el porqué de determinadas decisiones quedarán para la mayoría de nosotros como una incógnita indescifrable.
El caso es que en Audio Films-Fono España, Mireya siempre fue la actriz número 1 y Morando la número 2, por lo que probablemente fuera perdiendo poco a poco interés y al cierre de los estudios en 1968, optó por retirarse.
Desconozco cuándo murió, aunque gracias a esos milagros que a día de hoy aún hoy suceden, algunos de sus trabajos no han sido borrados y puede permanecer inmortal para aquellos que valoramos el esfuerzo de los maestros del atril. Y Morando lo fue. Tal vez por que consiguió lo que ella denominaba "la difícil facilidad". Facilidad con la que consiguió que alguien, en principio nada amigo de los versos de Shakeaspeare, como es mi caso, se incorporara en su sillón entusiasmado y ensimismado ante el sentido que la voz que surgía de la pantalla le estaba dando a unas palabras, palabras que en boca de otra le hubieran pasado tal vez desapercibidas. Ésa es para mí la magia del doblaje, del buen doblaje se entiende.
_________________ montalvo
Última edición por montalvo el Jue Mar 08, 2007 1:45 pm, editado 1 vez en total.
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