No, Yohein, no puedo estar de acuerdo con el fondo tus reflexiones. Tus opiniones, por supuesto, son respetables, aunque yo no las comparta. Es la reflexión en sí lo que me parece completamente equivocada, y que puede extraerse de afirmaciones tuyas como ésta
Yohein escribió:
Así que concluiría que estas percepciones no son (en general) tanto culpa del doblaje en sí y de los actores sino de lo acostumbradoo que esté la persona al estilo interpretativo de cada época.
Puedo admitir esa falta de costumbre a la que te refieres en alguien que está empezando a adentrarse en el doblaje (o en el cine, o en la filosofía o en la pintura). Por ejemplo, la primera vez que uno se asoma a una película muda o a una película en VOS o a una película japonesa clásica, en alguien acostumbrado al cine sonoro contemporáneo doblado norteamericano, es lógica la sensación de extrañeza. Y si le bastan ese tipo de películas, esa persona será feliz toda la vida. Ahora bien, si le gusta el CINE en general, sin etiquetas, no podrá bastarle. Tendrá que asomarse una y otra vez hasta que no le produzcan extrañeza las películas mudas o japonesas o finlandesas, y entonces apreciará, que sea cual sea la época o país a que se asoma, las películas se dividen en BUENAS, MALAS y REGULARES.
Lo mismo digo con el doblaje. Es cierto que yo me eduqué escuchando doblajes clásicos. Pero he escuchado en una proporción infinitamente mayor doblajes contemporáneos, y sigo escuchándolos aunque ya no tanto como antes (el aguante tiene un límite...). En mi opinión, el doblaje se divide en tres épocas: 1) CLÁSICA (años 50 a 70). 2) TRANSICIÓN (años 80 y principios 90), 3) ACTUAL = DESASTROSA (coetánea). La diferencia fundamental: en la época clásica se interpretaba y no se recitaba, y las pocas voces (en comparación con el número actual) se caracterizaba por la DIFERENCIA de timbres y estilos. En la época de transición se mantuvieron algunas constantes de la clásica, pero se perdió calidad e interpretación, salvo gloriosas excepciones en los que empezaron en esa época. Ahora, los buenos están desaprovechados (quedan pocos y en cada película si cuentas con uno o dos ya puedes darte con un canto en los dientes). Se ha impuesto el número, pero no se ha ganado en diversidad: los timbres son bastante parecidos (no iguales: ya sabemos que las voces son como las huellas digitales). Y yo que quieres que te diga, me cuesta reconocer a muchos intérpretes (aunque los haya escuchado muchas veces), quizá porque no me dicen nada y no hago el esfuerzo de retentiva que me salía solo con las voces de otras épocas.
Voy a poner un ejemplo: si en el foro alguien debatiera que el director de doblaje de la película X está dudando para el protagonista entre las voces de JUAN ANTONIO BERNAL, ROGER PERA, DAVID ROBLES, PEDRO MOLINA o CLAUDIO SERRANO pensaría: "joder, pues es cierto que es una decisión peliaguda, porque todas son voces con una personalidad propia, con un timbre muy diferenciado, y cada una de ellas daría algo distinto al actor original". Pero si me dicen que la duda está entre JORDI BOIXADERAS, CARLOS KANIOWSKY, CARLOS YSBERT, JORDI RIBES o RICKY COELLOS, pienso: "Puff... ¿cuál sería la diferencia? ¿Hay tanta diferencia dramática entre lo que aporta cada uno de ellos?".
No creo en los relativismos, en que todas las épocas tienen sus cosas buenas y hay que saber buscarlas. Falso: por esa regla de tres el Hollywood actual es tan bueno como el de los años 50. Claro, si uno sólo ha visto en su vida películas de RENNY HARLIN, JOHN WOO, MICHAEL BAY o BRETT RATTNER puede creer que vive una edad de oro. Pero si, aparte de esos, uno ha visto a JOHN FORD, ALFRED HITCHCOCK, FRITZ LANG, JACQUES TOURNEUR, RAOUL WALSH o SAMUEL FULLER, no puede conformarse.
Repito: aunque valoro el doblaje clásico por encima de todos, he consumido centenares, miles, de doblajes contemporáneos. Por eso comparo y juzgo con conocimiento de causa. Y siempre me he negado a sumarme a eso que Montalvo resumía con una buena frase y que yo hago con otra que también me impresionó la primera vez que la leí: ES TERRIBLE QUE, CUANDO NO TENEMOS LO QUE NOS GUSTA, LLEGUE A GUSTARNOS LO QUE TENEMOS.
Un saludo.