gentedirespetto escribió:
Buenas tardes. ¿Qué tal? Paso a responderte, David.
Jaume Villanueva y José Luis Villanueva son dos personas distintas. Me parece recordar que Jaume (a quien conozco merced a mi investigación sobre el doblaje barcelonés) comenzó haciendo teatro a finales de los 70, para luego incorporarse al cine muy a comienzos de los 80. De José Luis no conozco tan bien su trayectoria, si bien creo recordar que alguien me comentó en alguna ocasión que comenzó en el doblaje en el 90.
Puedes preguntar lo que te plazca, David, nadie nace sabiendo. Todo lo contrario. De hecho, por aquí en mi tierra hay un dicho bastante popular que así reza: "Tiene boca el que se equivoca". Yo mismo, en mis inicios, recuerdo haber preguntado a un actor de doblaje si Pedro y Graciela (Molina ambos de apellido) guardaban algún parentesco, a lo cual se me respondió con suma educación y decoro. Y ya ves, a día de hoy no hay quien me tosa en lo que a voces de Barcelona se refiere. ¿Mi consejo? Muy sencillo: ni caso. Tú a lo tuyo.
Y no. No se trata de sentido crítico ni de palmaditas en la espalda, tal y como se apunta más arriba. Es algo mucho más básico, sencillo y primordial: se trata, simple y llanamente, de libertad de expresión. Creo que dicho término no es bien encajado por "trolls", desempleados, desamparados, amargados y demás fauna con bastante buen tino calificada con morfemas en "-ado", y que por internet pulula décadas ha. Paradojas de la existencia e idiosincrasia humana, señores.
Por cierto: Dios nos libre de tener que soportar la onerosa carga de este tipo de sujetos y objetos allende en otras secciones e hilos de este foro. Insisto: Dios nos libre... En fin, "Dios Todopoderoso, escucha y atiende mis plegarias".
Ah, qué maravilla. Entras citando refranes, nos regalas tu épica personal y cierras con un párrafo digno de púlpito decimonónico. Solo te ha faltado firmar como “Vozexperto Ilustrado de las Tierras Altas”.
Vamos por partes:
El problema no es que David haya preguntado. Eso, como bien dices, no lo impide nadie. El problema es la naturaleza de la pregunta: si dos actores con nombres y voces completamente distintas “por casualidad” podrían ser la misma persona. Eso no es una duda inocente, es un triple mortal hacia lo inverosímil. Y ante eso, como comprenderás, la ironía es un recurso legítimo (y bastante suave), comparado con la condescendencia altiva con la que acabas tú tu mensaje.
Porque mientras invocas la libertad de expresión como si estuvieras redactando el preámbulo de una constitución, aprovechas para encasillar a quienes no comparten tu tono como “trolls, desempleados, desamparados y amargados”, todos ellos convenientemente agrupados en una zoología verbal con “morfemas en -ado”, que imagino te habrá parecido una genialidad.
Pero es el equivalente pasivo-agresivo de insultar desde una tarima con cortinas rojas, creyendo que el terciopelo amortigua la pedrada.
Y ya que vamos de analogías: tu defensa de David no es una muestra de nobleza, es un autobombo camuflado. “A mí también me pasó algo parecido y mírame ahora: soy infalible.” Estupendo. Algunos estudiamos durante años, otros nacéis aprendidos. Felicidades por ello. Pero para ir de maestro zen, el veneno te ha rebosado demasiado deprisa.
Así que sí, puedes jugar a escribir sentencias floridas con aroma a manual de retórica antigua. Pero si vienes con ínfulas de señor feudal del conocimiento, asegúrate de no pisar barro. Porque a este juego también sé jugar yo. Y créeme, con menos alarde y más puntería.
Saludos cordiales, faltaría más.